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Medellín necesita un alcalde medium

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Esta semana fui a ver al Teatro Metropolitano “Los otros en nosotros”, una conversación sobre el conflicto armado colombiano a través de la fotografía y la danza. Mientras esperaba a que la obra comenzara, sentado en las escaleras que son la antesala al teatro, escuché a un niño de unos nueve años decir: “yo nunca había venido acá, esto está muy bonito”. Su afirmación fue una premoción de lo que vería más tarde y de lo que pensé luego de ver las fotos, las dos presentaciones de danza, la conversación entre Federico Ríos y Juan Mosquera y las intervenciones de Teresita Gaviria, Max Yuri Gil, Gonzalo Pérez, entre otra(o)s.

En el centro de la conversación estaban las imágenes, como un vehículo para asomarnos a nuestras miserias, al horror que es muchas veces la existencia en este país. Los fotodocumentalistas son una especie de médiums que conectan dos mundos. A través de sus obras vimos un ataúd sostenido por cajas de cerveza con uno de los muertos que dejó el bombardeó contra el ahora resucitado Iván Mordisco. Bajamos al infierno de las travesías en el tapón del Darién de miles de personas que buscan desesperados alguna oportunidad para no morir. Nos detuvimos a mirar una bandera deshilachada como reflejo de nuestro país. Sentados en el Metropolitano pudimos ver a esos otros, que somos también nosotros.

La labor de conexión entre dos mundos, que cumplen los médiums y los fotodocumentalistas, es un imperativo también para los gobernantes, para los tomadores de decisión. En Colombia en general, y en Medellín con más fuerza, hay dos realidades. Fernando Vallejo las llamaba “Medellín y Medallo”. Hay vidas que transcurren en diez manzanas del norte. Al otro lado, en el sur, pasa lo mismo: muchos viven toda su vida sin salir de dos transversales y sus calles aledañas. Es muy probable que esas personas, que viven un mismo territorio, nunca se encuentren, nunca se vean, nunca se reconozcan. La gente de Medellín no sabe quién es la gente de Medallo, qué piensa, qué desea. La gente de Medallo no imagina cómo pueden ser aquellos que viven en Medellín. Una ciudad es especialmente la constitución de un nosotros, de un espacio común. Ese nosotros, esa noción de territorio compartido sólo es posible con el reconocimiento de los otros.

Un proyecto político que no tenga dentro de sus pretensiones la generación de espacios de encuentro entre esos dos medellines no podrá tampoco construir realmente una ciudad. La mayoría de los logros en administración pública de los últimos 30 años tienen que ver con eso. Los metrocables, que permitieron la conexión de las laderas de la ciudad con el centro, fueron un esfuerzo en ese sentido. De las declaraciones que más recuerdo luego de la inauguración del Metrocable de Santo Domingo fue la de un joven que dijo algo muy parecido a lo que le escuché a ese niño esta semana en el Metropolitano: “yo nunca había bajado al centro”. Medellín necesita médiums, cuya obsesión sean las acciones que vinculen esos dos mundos que no se encuentran, para poder construir realmente una ciudad, para consolidar el sentido de un nosotros. En las próximas elecciones voy a votar — si es que aparece porque hasta ahora en las precandidaturas no se ve— por un alcalde médium, cuyo deseo sea la conexión de las medellines.   

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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