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Me gusta la gente con tiempo, que no mira el reloj, que se tarda en ordenar la comida en los restaurantes, que no tiene problema si se le cruzan una o dos copas de vino al almuerzo, que está donde está. La gente que no quiere estar en otro lado, que cuando se sienta en frente tuyo no mira alrededor a ver que más encuentra.
Me gusta la gente con la que pierdes la noción del tiempo, con la que el tiempo es abundante, que recuerdan tus historias, las que vuelven a escucharte lo mismo con el mismo interés como por primera vez.
Me gusta la gente que se busca, que se encuentra, que no se demora. La que se pierde, que sabe que tiene que transitar más caminos. Me gusta la gente con la que es fácil coincidir, con quienes no tenemos que justificar la existencia. Me gustan las personas con las que nos podemos contradecir, las que se ríen de sus errores, las que te ven tropezar con la misma piedra y te acompañan.
Me gusta la gente que siempre está buscando más, que no pierde el tiempo en lo mismo de siempre. Me encantan las personas que se atreven, que hacen lo que les da la gana. Los que aun con miedo lo intentan. Me gustan las personas que se muestran como son, que exhiben su piel, que no tienen temor a ser vistas.
Me gusta la gente que va a la deriva, que sube, que baja, que surfea y que se ahoga. Me gusta la gente que pierde, la gente que apuesta, que gana, que reparte, que se queda sin nada, que lo recupera todo, y que vuelve a creer. La gente que siempre tiene nuevos comienzos.
Me gusta la gente que no ha llegado, que sabe que no hay a donde llegar, que disfruta el camino. La que no tiene certezas, que siempre duda. La gente que sospecha de sí misma, que se mira de reojo, que no cree tener la razón.
La gente que se saborea, que cuenta historias con detalles, que recuerda las sensaciones.
Esa es la gente que quiero cerca, la que me recuerda, la que me vuelve a conectar con lo verdaderamente importante: el tiempo, los vínculos, las emociones, las conexiones…
Me gustan esos que abandonaron las “carreras” profesionales, que hace rato dejaron de correr, que no están apostando por llegar más rápido, que no se comparan, que no aspiran a ser ejemplo o modelo de nada. Los que no tienen Hojas “debidas” -como decía un sabio amigo- sino Historias de Vida. Los que saben que son más que sus cartones, más que sus idiomas, más que el cumulo de posiciones. Lo que saben que son sus caminos, sus búsquedas, sus preguntas y algunas respuestas.
Respeto a quienes miran a los ojos, a los que no están pensando en que responder cuando les hablas, que no tienen opiniones formadas sobre todas las cosas, los que no usan las palabras: bien, mal, correcto o incorrecto.
Me gustan los que todavía tienen cajones vacíos en sus vidas, los que vacían de tanto el tanto el vaso de conocimiento, para volver a llenarlo con nuevas ideas.
Los que cierran los ojos cuando sienten el viento, que suspenden una conversación cuando ven un árbol, una flor o un ave para apreciar lo que les detiene la mirada. Me gustan.
Me gusta la gente que ayuda a los demás, que tienen tiempo para asuntos distintos a los suyos. La gente sensible con el dolor ajeno, que no se cruzan de brazos, que están listos para servir. Los que dan infinitamente y que no ahorran en amor. Los que no se guardan lo que saben, lo que tienen, lo que pueden ofrecer.
Me gusta la gente que pide ayuda, que se deja abrazar, que no temen ser vistos como débiles, vulnerables, que abren su corazón. La que sabe que unos días estamos en la cresta y otros en el valle, que cuando está arriba ayuda, cuando está abajo pide una mano.
Los que no le temen al cambio, los que hacen parte de él. Los que fluyen, los que se dejan mover, tocar y acariciar por la vida.
Me gustan esos con los que la vida vale la dicha, nunca la pena.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/juana-botero/