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En los últimos años en Colombia no es noticia que nazca un partido político. Nos hemos acostumbrado a leer tantos nombres de tantos partidos que sin darnos cuenta pasamos ya de los 20. Hay algunos que simplemente negocian avales, puestos y plata pero hay otros que defienden durante años una visión de lo que es y debe ser la sociedad.
En ese contexto, nace en Colombia un nuevo partido como resultado de la unión de Compromiso Ciudadano y Dignidad. El primero es un movimiento político surgido en Antioquia hace más de 20 años que lideró en su momento la transformación de Medellín en cabeza de Sergio Fajardo y Alonso Salazar. El segundo es el resultado de una fragmentación del Polo Democrático, reúne figuras que han realizado algunos de los debates políticos más importantes de la historia reciente de Colombia y que hoy combina liderazgos consolidados como el de Jorge Robledo, varias veces mejor congresista del país, con la fuerza renovadora de la representante a la cámara Jennifer Pedraza.
Siempre será una buena noticia que surjan partidos que se tomen en serio la política. Que estudien con rigor, opinen con contundencia, propongan con esperanza y gobiernen con resultados. Cada alternativa que rompa con la violenta polarización debe ser valorada y protegida.
Ahora bien, el reto es enorme. Algunos de estos líderes arrastran un desgaste importante y en los últimos años la política cambió. Por eso me atrevo a mencionar algunos aspectos que debe tener en cuenta este nuevo partido:
- Ser y parecer diferente. Hablar, comunicar, convocar, decidir, explicar y proponer de forma distinta. Aprovechar mejor la tecnología, innovar en la forma sin perder el fondo. Han cambiado los gustos de los consumidores y la manera en la que se informan las personas. Hace 20 años repartir volantes en un semáforo rompió por completo la forma tradicional de hacer política y hoy ya es paisaje en cada elección en cada ciudad. Es necesario encontrar la nueva ruptura para no caer en la intrascendencia del paisaje de las aburridas noticias políticas que interesan a muy pocos.
- Ser un partido ágil, dinámico, flexible. Encontrar el punto medio entre el solemne dogmatismo de un partido de izquierda y la sencillez de un movimiento independiente. Ser rápido en las decisiones sin perder el rigor.
- Conectar. El partido necesita ser capaz de interpretar mejor el sentimiento nacional y desde allí lograr atraer nuevos liderazgos y votantes. No existe más el viejo concepto de militante de carnet y bandera. La gente hoy se conecta con causas y con personas por momentos muy específicos. Basta ver las “olas” de las elecciones de los últimos años para entenderlo.
- Tramitar las diferencias. No sería sensato pensar que en todo habrá acuerdos pues se trata de movimientos políticos de trayectoria. En una democracia inmadura esto puede destruir una unión, como ya pasó en la Coalición de la Esperanza. Este punto es fundamental para poder aspirar a tener un partido por muchos años.
- No ceder en la lucha contra la corrupción. Ya poco se habla de esto, Petro abandonó el tema cuando se convenció de que era más importante ganar que cambiar a Colombia. Este nuevo partido enfrenta la corrupción con contundencia o se convierte en más de lo mismo. No hay un punto medio.
- Humildad. Por un lado para entender los propios errores y ajustar conductas que puedan facilitar su ocurrencia. Por el otro, para no solo reconocer qué hay personas muy buenas en todos los partidos, sino para tener la generosidad de apoyarlos cuando sean la mejor opción para un territorio.
Dejo estas pocas ideas sobre la mesa. Lo hago desde la esperanza que acompaña el nacimiento de una nueva opción para la política alternativa en Colombia.
Buena suerte al nuevo partido.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mesa/