Cartas de viaje: los descubiertos de América

Cartas de viaje: los descubiertos de América

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La manera como se nombran las fiestas nacionales habla de la relación de la gente de un pais con su historia. El pasado 12 de octubre se celebró, en la mayoría de los países hispanoparlantes, la llegada de Colón a America. En Colombia, como hacemos lo que nos da la gana, se celebra el 17 para que quede cómodamente coordinado como un lunes de finde largo para descansar en el llamado Día de la Raza.

Esta fecha fue elegida por un Español que consideró de suma importancia que todos nos unieramos en una fiesta para brindar por haber descubierto lo que ya existía. Es que sin los ojos de Europa existir no bastaba, había que ser “encontrado” para que saliéramos del mundo perdido. Este señor le llamó por primera vez a estas fiestas “las de la raza”, para convertirlas después en la fiesta de la Hispanidad.

Sin embargo, los americanos no empezamos a vivir en ese octubre de 1492. Antes ya teníamos  culturas y maneras de habitar los territorios con otros órdenes sociales, lo cual – entre otras razones históricas sobre la colonización-  es por lo que esta fecha tiene sus resistencias por parte de algunos grupos.

Aunque no me detendré en hablar de historia, ni a hacer juiciosos sobre ella, lo cierto es que parece que los nombres de estas fiestas y las intenciones que les dieron origen son bastante cuestionadas por algunos,  los “colonizados”,  que han tomado su  posición sobre este día. Algunos países le han cambiado el nombre, otros la fecha, otros la intención y algunos han tomado la decisión soberana de no festejarla, como es el caso de Panamá y Cuba, o el curioso caso de Costa Rica, que lo reemplazó por el Día de la Abolición del Ejército.

Es bastante diciente también que países como Argentina, República Dominicana, Ecuador, Uruguay, México y Bolivia hayan cambiado el nombre por alguno que hiciera más alusión a la diversidad, a la independencia, al encuentro de culturas y a la descolonización. Esto habla de pueblos que se han pensado más, que son respetuosos de sus orígenes y que aportan a sus fiestas y ritos algún sentido propio .

La llaman Día de la Diversidad Cultural, Día de la Descolonización, Día del encuentro entre dos Culturas, Día de la interculturalidad, Día de la Nación Pluricultural. Otros lo convirtieron en días de resistencia indígena y negra, como es el caso de Venezuela y Nicaragua; y otros, como El Salvador, lo abolieron por resultar violento contra los pueblos originarios.

También hay un grupo de países que no hicieron mayor debate sobre el tema. Esto lo revela el nombre que adoptaron, que es o el mismo de los españoles o incluso hicieron de este día una oda a Colón, llamándolo con nombre y apellido. Este es el caso de Colombia, Honduras, Chile, Bahamas, Belice y Estados Unidos, que dejaron la idea central de una América que fue descubierta “Gracias a dios” .

Viví este día en España, observé algunas manifestaciones culturales de las personas “hispanas” desde esta parte del planeta, y si algo puedo recordar, fue que todos vistieron en desfiles, fiestas y bazares sus trajes tradicionales, su música indígena; expusieron de manera hiperbólica los rasgos de las formas de vida pre hispanas. Me emocioné, debo decir la verdad. No me considero muy patriota, no desfilo con banderas ni canto el himno con la mano en el corazón, pero ver pasearse por las calles principales de Madrid y Barcelona las faldas de cumbia, las alpargatas, los colores brillantes de las banderas y los protesta social siempre presente, fue bonito.

Pero de estas personas, ninguna celebraba como “hispano”. Esa no es una palabra con la que un nacido en algún país de América se identifique. Tal vez latino, latinoamericano, americano, pero Hispano no es nada para nosotros. Por eso cuestiono el nombre de esta fiesta.

Decir Hispano es algo así como reseñar que algo es de España o relativo a ella. Y la verdad es que lo único que nos une con este otro continente, más que con los demás, es que compartimos una pequeña fracción de la historia y que hablamos el mismo idioma. Pero nosotros no somos “los de alguien”. Eso es tan chistoso como cuando a los niños en las fiestas los llaman “traiga al de Pablo y Ana” o cuando en sociedades  machistas se refieren a “la de Perano”. En un mundo que cada vez comprende más sobre identidades, sobre nombrar las cosas como son para que existan y en ser cuidadoso con lo que el lenguaje construye, puede  ser el momento que no nos nombren como “los colonizados por” . Esa es una conversación  entre colonizadores. Algo así parece: queridos Británicos, estos son míos, por eso los llamo hispanos; o queridos Holandeses, no se olviden que a estos los descubrí yo.

Hoy, todos somos naciones soberanas, con historias que se encuentran en puntos, pero que son independientes. El respeto mutuo es importante, vernos a la cara como iguales es imperativo para que no suceda más de lo que al final del desfile vi con sorpresa: un joven con la bandera del partido de ulrtraderecha de España, ondeando con burla su rechazo a la diversidad.

Este día deberá ser el día de las identidades, de los encuentros, del respeto, de la conversación y de la comprensión profunda de que en este planeta cabemos todos. Que no poseemos culturas, ni es posible adueñarse de otros. Debe ser la reflexión sobre las libertades de los pueblos, de cómo conservar tradiciones sin dejar de avanzar, de cómo unirnos manteniendo la autenticidad, de cómo no homogeneizar un planeta que tiene como su mayor riqueza la diversidad, y de cómo respetar la historia pasada sin idealizarla.

Este día deberá ser, además, todos los días.  

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