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José Valencia

La oposición a Petro es ciudadana

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Las marchas del lunes nos devolvieron la esperanza a ese amplio sector del país que no siente que nuestros miedos frente a las reformas que plantea Petro sean compartidos por buena parte de los políticos, que están más preocupados en simpatizar con el nuevo gobierno para tener algo de mermelada que en representar a la mitad de Colombia.

La movilización envía una señal clara a la clase política, si bien la apuesta inmediatista de ser apoyo irrestricto del gobierno implica recibir beneficios burocráticos, es cierto que los vientos cambian de dirección rápidamente, y el futuro será gris para los escuderos de un gobierno que seguramente incumplirá las expectativas que vendió en campaña de hacer de Colombia el cielo en la tierra.

El gobierno se ahoga rápidamente entre ministros sin rumbo que dan declaraciones erráticas, propuestas de reformas al sistema pensional y de salud que implican el caos y la miseria, un líder al tiempo egocéntrico y ausente, disputas internas por el poder, en la incapacidad de darle respuestas a lo anhelado por sus propios votantes, la desaceleración de la economía, la inflación, las invasiones de tierras y en el incremento de la violencia.

Será la presión ciudadana la mejor herramienta para que los congresistas se abstengan a la hora de aprobar los esperpentos propuestos por el gobierno como la expropiación del ahorro pensional privado de los colombianos, el desmonte de las EPS para el retorno a las épocas oscuras del Seguro Social y el decrecimiento del sector minero energético.

Somos muchísimos los que nos oponemos a un gobierno que ve tanto el lucro, el emprendimiento y el crecimiento económico como enemigos a castigar a través de impuestos, que terminarán financiando un aparato burocrático y clientelista en permanente crecimiento e incompetencia. Nos acercamos a ser mayoría, y en tan solo 50 días hemos encontrando los mecanismos para hacernos sentir.

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