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Daniel Restrepo

El tiempo del emprendedor

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El tiempo es quizá de los recursos más finitos que tenemos como seres humanos; mientras escribo estas líneas hay un pasado un presente y un futuro; mientras lees este artículo hay un pasado, presente y futuro y, así no más se va pasando la vida. El tiempo cada vez se acelera más, las dinámicas y las relaciones sociales avanzan a pasos agigantados; la inmediatez se hace casi indispensable y, en general, nuestras vidas y recursos van pasando sin más.

Para un emprendedor “el tiempo es oro”, muchos emprendemos creyendo en libertad, ser amo de tu propio tiempo, trabajar para ti y, muchas veces son estos argumentos los que nos llevan a tomar la decisión de renunciar y salir de nuestros trabajos o zonas de confort e iniciar el mundo de la independencia.

Cuando llegamos y nos encontramos de frente contra el mundo del emprendimiento, el tiempo es una vorágine que nos atrapa, cada segundo es oro, cada microsegundo es una eternidad y, si ese mundo nos atrapa nos sentiremos en un mundo paralelo, como el de Stranger Things; un mundo que sucede en otra dimensión, abarcado de exigencias para tomar decisiones rápidas, eficientes y que logren resultados desde todo punto de vista.

La semana pasada mientras leía Twitter, Sara Palacio de DUENDE planteaba una pregunta: ¿A ustedes también les empezó a generar una ansiedad terrible Whatsapp? Y casi de inmediato un sinfín de reacciones y respuesta adhiriéndose a esa pregunta. Sí, a eso es en lo que nos hemos convertido como emprendedores, estar apagando incendios, respondiendo WhatsApp, tratando de complacer a todos nuestros clientes y aliados que nos escriben, reuniéndonos hasta los fines de semana, trasnochando y, cuando nos damos cuenta, ya finalizó el día. Al darnos la vuelta y ver en retrospectiva los logros obtenidos en día, vemos que el tiempo se nos va y no precisamente en lo que debimos haberlo hecho.

El tiempo es efímero, el tiempo es escaso y más en los zapatos de un emprendedor. Bien lo afirmaba Marco Aurelio en su libro Meditaciones “el tiempo es un rio y una corriente impetuosa de acontecimientos” y sí, en eso nos convertimos los emprendedores, materializando nuestros propósitos en acontecimientos que, incluso, muchas veces distan de los objetivos que inicialmente nos planteamos.

Emprender significa renunciar, significa tomar decisiones y montarse en un tren que marcha a toda velocidad, que te reta y te golpea, que te provoca y que te somete y que, al final de cuentas, te puede pasar factura. Claro está, la factura puede ser positiva o negativa, dependerá de ti cómo asumirla.

Muchas veces, varios emprendedores me escriben manifestándome sus ganas de tirar la toalla, porque no dan más; por que al ver como su tiempo vuela y de va en una “corriente impetuosa de acontecimientos” que no generan o no le da suficiente ganancia, quieren renunciar a ello. El problema en sí mismo, no es el emprendimiento sino el manejo que le damos nosotros al tiempo que disponemos para ese emprendimiento.

Si nos dejamos llevar por esa ansiedad que genera por ejemplo WhatsApp o, no tomamos decisiones difíciles haciendo renuncias, buscando un equilibrio para nuestra vida, el tiempo del emprendimiento nos va a consumir nuestros días. Ojo, no se trata de decir que no se emprenda o no se hagan esfuerzos para obtener resultados, lo que quiero decir es que, por el contrario, un esfuerzo bien intencionado, un enfoque claro y una vida en equilibro con toda seguridad hará que esa decisión de emprender haya valido la pena.

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