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La victoria de Gustavo Petro ha desatado gran preocupación en numerosos antioqueños. Incluso, algunos han revivido el antiguo lema separatista de Antioquia Federal. Sin duda, esto no es un movimiento serio y con posibilidades de materializarse. Pero la sola idea es peligrosa. Es la peor idea que ha habido en el departamento.
En un mundo de globalización económica la regla es buscar la integración. El ejercicio de la desintegración, por otro lado,es exótico en el siglo XXI. Naciones como las de América Latina, o las de los Balcanes, encontraron su origen en procesos violentos. Pero el Reino Unido del Brexit, y la Cataluña de Puigdemont fueron proyectos que buscaban la separación en tiempos modernos y por la vía política, más que las de hecho.
Por eso Brexit y el independentismo catalán son dos lentes para analizar el proyecto separatista antioqueño, y ambos son experiencias que dejan clarísimo la inconveniencia de este proyecto, dada cuenta de la disrupción institucional que plantea.
Para empezar, el llamado a la secesión de los paisas se origina en el temor al socialismo de Petro, y se invoca la independencia como una forma de reaccionar a la izquierda que perciben tóxica para la economía.
No obstante, la desintegración económica también es veneno para los negocios; levantar fronteras significa imponer trámites y crear burocracias para aparatos estatales más pequeños (en este caso, para un departamento en vez de 32). En Reino Unido las empresas están destinando millones de horas adicionales (y un número similar de hojas de papel) para realizar los trámites que nacieron de la separación de Europa. En el caso de Antioquia, habría papeleo para exportar a Bogotá, Cali, o a ambas costas. Una tontería que ya está resuelta, y no hace falta reinventar.
Así mismo, las nuevas naciones deben negociar su relación con sus vecinos que, en el caso de Antioquia, serían todos colombianos. Muchos antioqueños ven con orgullo la contribución económica del departamento al país, que suele estar en torno al 15%. Sí, es un aporte magnífico, pero Colombia es el 85% restante de la economía colombiana y la nueva nación llegaría a negociar con un socio que no estará muy feliz, que tiene unas seis veces su talla, y controla, hasta ahora, todos los puertos importantes por los que salen exportaciones antioqueñas.
Peor aún, la formación de un aparato administrativo, y de la diplomacia, exige gastar mucho dinero y formar a los profesionales. Como se dieron cuenta los ingleses después de votar Leave, no contaban con el talento humano para negociar el acuerdo de salida de la UE. Necesitaban expertos en derecho y comercio internacional, y tuvieron que pagar generosamente por ello. En contraste, antes del Brexit, Reino Unido pagaba sus contribuciones a la Unión Europea y esta hacía la defensa de los derechos comerciales británicos y europeos en las negociaciones con ajenos a la unión. Es decir, Reino Unido pasó a financiar la conformación de un equipo negociador, que ya lo tenía a través de la unión, para salir a afrontar a sus antiguos colegas, mejor organizados y curtidos en estas lides. Así mismo, Antioquia se gastará preciados recursos en formar un equipo para negociar con Colombia, que necesariamente estará más organizada y contará con más experiencia.
Es de esperar que Colombia exija que Antioquia honre compromisos y contribuya a proyectos de responsabilidad común (las pensiones de antiguos funcionarios son un tema álgido aquí, pero también infraestructura hecha con dineros nacionales). Solo para dar una idea, el Brexit se pasó años negociando el acuerdo de salida de Reino Unido, el cual terminó con los británicos aceptando pagar cuantiosas sumas de dinero a la Unión Europea. Una tontería: se busca librarse de un socio odioso, y se termina negociando durante años cuánta plata hay que pagarle. Es coger la energía diplomática de las dos partes y echarla a la basura, durante años. En el caso paisa, saldrían a negociar con los diplomáticos de Petro, para luego tener que transferir dinero ¡al país del que quieren salir!
En la parte de la seguridad, Antioquia le debe mucho al gobierno central. En la década de los 80, cuando sucedía la guerra del llamado narcoterrorismo¸ el gobierno municipal y departamental fueron capturados por el cartel de Medellín. La implantación del Bloque de Búsqueda, conformado solo por miembros de las fuerzas armadas sin vínculos con Antioquia, fue la forma de tratar la incapacidad local de contestar las fuerzas del narcotráfico. De Colombia vinieron policías a Antioquia, a morir luchando. No es muy diferente hoy, que el principal grupo armado de Colombia, el llamado Clan del Golfo, es combatido por el ejército colombiano en territorio antioqueño, en la operación Agamenón.
Independiente del Cartel de Medellín y de los nuevos paras, la cooperación de seguridad entre dos países no alcanza la misma sinergia que tiene un departamento de policía que funciona en ambos lados de la frontera. Al final, la integración gana, y la duplicidad pierde.
No es que todos los independentismos sean malos. Hay naciones que no pueden ejercer su libertad, o sus derechos políticos. Hay territorios de segundo orden que quieren un gobierno más justo y representativo, y a veces eso solo es posible mediante la independencia y la confrontación.
Pero ese no es el caso de Antioquia. Es una región rica y bien representada en los medios de comunicación (más aún en el país del bogotanocentrismo). Tiene congresistas hábiles que velan por sus intereses en Bogotá. Ha puesto presidente o suele tener al menos un candidato entre los opcionados. Los empresarios del departamento han aprovechado el mercado doméstico, y sin diligenciar un solo trámite internacional han abierto negocios en todos los rincones de la geografía nacional… como Pedro por su casa.
Antioqueños, que nunca llegue el día en que los paisas dejemos de ser colombianos.