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Daniel Restrepo

Ansiosos por emprender

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Medellín, Colombia, Latinoamérica y, en general, el mundo entero, están viviendo un boom de creación y nacimiento de nuevas empresas de una manera nunca vista. A su vez, las nuevas tecnologías, la globalización y la transformación digital, han generado una velocidad para la realización de negocios desorbitante.

Todos los días nos levantamos con noticias sobre fondos de inversión que han adquirido empresas por millones de dólares, empresas que han abierto mercado en otras latitudes, los nuevos millonarios y, en general, una dinámica feroz. Por ejemplo, David Vélez de NUBANK – colombiano – , creó una Fintech en Brasil y hoy por hoy, es de los hombres más ricos del país con unas proyecciones inimaginables en menos de una década de trabajo.

Por otro lado, como consecuencia casi natural de la pandemia del COVID 19, la salud mental empezó a manejarse y a verse como una enfermedad que merece toda nuestra atención: la ansiedad, el estrés y el dinamismo con el que nos movemos, el uso desenfrenado de las redes sociales, las exigencias sociales, las comparaciones, entre otros, empezaron a calar fuerte en nuestra mente y, claramente, a debilitarla.

Ustedes se preguntarán, ¿qué tiene que ver un tema como el emprendimiento con la salud mental? Realmente, todo. El nivel y los ritmos dinámicos de los negocios, exigen un proceso y un fortalecimiento de la mente por la velocidad que requiere el emprendimiento.

Hemos visto que muchos emprendedores crean empresa y, de inmediato, arrancan la cacería de fondos de inversión, ángeles inversionistas y financiamiento para así lograr un crecimiento rápido. Sin embargo, cuando empiezan a abrir las redes sociales y observan noticias en las que otras empresas catalogadas como unicornios, cebras o soonicorns se consolidan y posicionan en el mercado, el nivel de ansiedad aumenta cada vez más.

Esto genera en el emprendedor varias emociones y sensaciones: una ansiedad por lograr convencer a los inversionistas, un nivel importante de frustración cuando son rechazados por los inversionistas, crisis entre los socios y, en muchos casos, crisis familiares y personales. Los emprendedores debemos fortalecer nuestra mente, trabajar y asimilar las situaciones de “fracasos” o “rechazos” como aprendizajes y oportunidades de mejoría, verlos como “parte del proceso”; no podemos darle pie a la ansiedad al ver cómo otros logran resultados y levantan capital, ya que eso nos desenfoca.

La ansiedad por emprender emerge cada vez más, todos hemos encontrado en el emprendimiento refugio de crecimiento económico y personal, creando empresas que nos den visibilidad, reconocimiento y dinero, pero esto no es un camino fácil, debemos tener foco, consistencia y paciencia. Debemos estar en la dinámica del mercado, pero con una ruta de trabajo clara. No permitamos que la ansiedad por emprender nos pase factura.

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