Barajar y volver a repartir

Barajar y volver a repartir

¿Ha empezado una nueva era de los partidos en Colombia? Las pasadas elecciones muestran profundos cambios en nuestra democracia, que cada vez se aleja más de los partidos políticos. Así, cuatro de los principales partidos del país, -Cambio Radical, el Partido Liberal, el Centro Democrático y el Partido Verde- no pudieron tener candidato presidencial, mientras que el Partido Conservador y la U tuvieron candidatos muy flojos, que no serán protagonistas de la contienda.

Por el contrario, los principales candidatos presidenciales como Fajardo y Petro fueron avalados por partidos minoritarios -la ASI y la Colombia Humana respectivamente-, y Rodolfo y Fico por movimientos de firmas. Cabe preguntarse entonces ¿El mal momento de los partidos es una señal de que la era de los partidos está acabando, y de que una nueva etapa de la democracia va surgiendo? ¿Por qué los liderazgos de hoy no se enmarcan en ellos y surgen y se consolidan por otras vías?

Las encuestas reflejan que menos del 5% de la población colombiana tiene una opinión favorable de los partidos, hoy son muy, pero muy pocas las personas que quieren pertenecer a uno, pues lejos de ser centros de pensamiento que construyan y representen ideas, hoy son empresas clientelistas llenas de contradicciones, dedicadas a sostener burocracias internas y a transar y negociar avales a cambio de cuotas y puestos. 

Los liderazgos personalistas han erosionado nuestra democracia y nuestro sistema de partidos. El uribismo, que es el principal defensor de las ideas conservadoras y de derecha en el país no está en el Partido Conservador, aun cuando la distancia entre unos y otros es mínima, al igual que con partidos como la U y Cambio Radical, cuya ideología es difusa y cambiante, definiéndose por los votos contradictorios de sus integrantes en las corporaciones públicas. La falta de ideas sólidas ha llevado a paradojas como que el Partido Liberal haya terminado siendo tan godo como el Partido Conservador, teniendo “liberales” legislando con la biblia en la mano y promoviendo reformas abiertamente discriminatorias en el Congreso. “Pa’ conservadores los liberales”, dicen por ahí.

¿Es bueno que haya muchos partidos representando la diversidad de ideas, so pena de complicarle tremendamente el entendimiento al elector (como sucede en Colombia); o es mejor que sean muy pocos para facilitarle la elección a la ciudadanía, pero sacrificando la posibilidad de que surjan voces diversas con fuerza (como en Estados Unidos)?

Las redes sociales juegan un papel cada vez más determinante en las elecciones, y no es descabellado que pronto manden a recoger a los partidos o los obliguen a reinventarse y adaptarse, so pena de desaparecer ante fenómenos digitales que muevan con fuerza a la ciudadanía. ¿Es viable una modalidad de democracia desligada de los partidos? Pareciera que hoy la gente estuviese pidiendo algo más, pues los partidos definitivamente no satisfacen la necesidad de representación de la ciudadanía y no motivan a los políticos a “construir partido”. 

Puede ser que el movimiento de la sociedad hacia pequeñas comunidades se esté extendiendo a la política y los partidos, y que las personas se inclinen más por movimientos que abanderen causas específicas o ciertas emociones colectivas durante un período determinado de tiempo, en lugar de adherir a organizaciones paquidérmicas cuyos ideales se diluyen en las contradicciones de sus representantes. 

Una vez le escuché decir al Primer Ministro Británico Tony Blair, que los partidos hegemónicos y sus líderes enraizados estaban dejando a la ciudadanía y a los líderes “Politically homeless”, sin una casa en la que pudiesen explotar su liderazgo, hacer política, y servir libremente a la sociedad, y que la consecuencia de ello era que esas personas no iban a esperar a que les dieran su lugar, sino que se irían a construir su propia casa. Esa puede ser una radiografía interesante de lo que sucede en el país, y la posible causa de la decadencia, fragmentación y dispersión de los partidos. 

Ya veremos qué sucede en estas y en las próximas elecciones. En el juego de la política siempre hay que recoger, barajar, y volver a repartir.

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