Se volvió popular atacar a Fajardo. Entre más adjetivos utilizan, más cool. Hace ya unos 4 ó 5 años que se impuso esta moda y desde entonces, como toda moda, ha venido evolucionando. Y no es que no pueda haber desacuerdo y criticas, es que se ha generalizado un coro repetitivo de verdades a medias y de mentiras.
Primero se inventaron que era tibio, como si enfrentar abiertamente durante más de 20 años a los clanes políticos más miserables de Antioquia no fuera sentar una posición. Como si ampliar el número de contratistas de la alcaldía eliminando las roscas históricas no fuera tomar una posición. Como si cambiar los reinados de belleza por programas donde se premie el talento de las mujeres no fuera tomar una posición. Como si dedicarse a gobernar sin armar pactos a punta de puestos y contratos en el concejo y la asamblea no fuera tomar posición. Como si no manosear la elección de la contraloría departamental no fuera una posición. Como si apostarle con cerca del 50% del presupuesto a programas de educación, ciencia, tecnología e innovación no fuera tomar posición. Como si concentrar la mayor parte de la inversión donde más se necesita y no donde más votos tiene no fuera tomar una posición. Tibios son los que hablan de cambio pero por debajo negocian y ceden a cuanto interés toca sus puertas.
Ahora también se le señala por su forma de hacer política. Resulta que no insultar a los rivales es una debilidad y que lo que debe hacer para ser buen candidato es llenar su campaña de propuestas vacías imposibles de cumplir para alegrar a una galería sedienta de cantos de sirena. Se debe igualar a Rodolfo y a Petro en su desquicio inverosímil para que no pase de tibio a frío.
De un momento a otro el malo es Fajardo por buscar evitar que maquinarias ingresen a su campaña y por haber entendido desde hace años que la única forma de tener un gobierno diferente es haciendo una campaña diferente. Esto no es un fundamentalismo moral, es la claridad absoluta de que sí se negocia en campaña se hipoteca el gobierno. Y no es superioridad tampoco, basta aproximarse al discurso de Fajardo con un mínimo de imparcialidad, para ver la cantidad de veces que ha afirmado qué hay personas buenas en todos los partidos y que el reto de un líder es sacar lo mejor de todas ellas. Así pudo gobernar, sin deberle favores a nadie.
No me da pena decir que estoy convencido de que Fajardo es la mejor opción para este país. No porque sea infalible, sino porque es la hora de un presidente técnico que gobierna basado en indicadores de impacto, que en su momento fue premiado como el mejor alcalde y el mejor gobernador, que es capaz de trabajar con personas de todos los sectores con reglas claras y públicas y que ha demostrado no ceder ante presiones.
Adelante Fajardo, es momento de explicar mejor las propuestas, de que la campaña transmita más y de ganar la primera etapa. Mi voto es por vos.
Pasa que algunos preferimos mantenernos en la idea de ganar con seriedad y rigor antes que prometer “puentes donde no hay rio”.