Como corcho en remolino

En un remolino, el corcho no avanza, no se hunde y tampoco progresa. Solo gira sobre sí mismo, atrapado en la fuerza circular del agua. Parece moverse mucho, pero en realidad no llega a ninguna parte. Algo muy parecido sucede en ciertas mentiras en el debate público: se repiten, se amplifican, se reciclan. Dan vueltas y vueltas hasta que parecen verdad.

Carolina Corcho es exactamente eso: un corcho en remolino. Una farsante política que durante años se ha dedicado a repetir mentiras sobre el sistema de salud colombiano, a distorsionar cifras, a inventar colapsos imaginarios y a construir enemigos para justificar su cruzada ideológica. Su carrera pública se sostuvo en un relato falso: el de un sistema supuestamente quebrado, capturado y diseñado para negar atención. Corcho discute: agitaba. No analizaba: incendia. Y nunca ha tenido problema en fabricar titulares sin evidencia.

El problema es que una mentirosa con poder hace daño real. Su paso por el Ministerio de Salud no tuvo como propósito mejorar lo existente ni corregir las fallas estructurales que todos reconocen. Su misión fue vengar su narrativa, desmantelar el aseguramiento, debilitar las EPS, desacreditar instituciones, perseguir opositores y convertir la política en un tribunal de inquisición moral. Gobernó como militante, no como ministra.

Las consecuencias están documentadas y no son interpretativas, son medibles.

– En 2023, el propio Ministerio reportó la mayor caída en oportunidad de atención en una década, especialmente en enfermedades de alto costo.

– De las 20 EPS operando antes del gobierno Petro, la mitad terminó intervenida o en proceso de liquidación, afectando continuidad de tratamientos y redes territoriales.

– La deuda hospitalaria volvió a crecer: hospitales públicos y privados reportaron retrasos de pago y suspensión de servicios.

– El ADRES, antes pagador directo eficiente, terminó congestionado, sin reglas claras y con retrasos crecientes.

– Nunca presentó estudios de sostenibilidad: el Congreso los pidió en repetidas ocasiones y el Ministerio jamás los entregó.

Su reforma no se cayó en el Congreso por intereses oscuros, sino por vacío técnico. No tenía cifras, ni modelos, ni planes. Solo discurso.

Lo más preocupante es que ese discurso funcionó. La enorme votación que sacó no es producto de una propuesta seria, sino de repetir mentiras suficientes veces hasta convertirlas en lugar común. La política de Corcho no es transformar: es destruir lo existente para poder prometer que ella lo reconstruirá desde cero. Como todo populista, crea el incendio para venderse como bombera.

Y ahora viene lo más delicado: su aterrizaje en el Senado. Allí no necesitará ejecutar, solo bloquear, torpedear, incendiar. Convertirá el sistema de salud en rehén electoral. Si en el Ministerio intentó deshacer, desde el Congreso intentará impedir cualquier arreglo que no sea el de su dogma.

El país debe entenderlo: los sistemas complejos no sobreviven al fanatismo ni a la mentira institucionalizada. Y a la salud se la puede criticar, reformar y mejorar. Pero no sobrevivirá otra vez a una farsante moviendo el agua para que todo quede dando vueltas en el mismo remolino.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/samuel-machado/

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