¿Somos conscientes de en qué se gastan nuestros gobiernos los recursos públicos? ¿Confiamos en lo que nos dicen? ¿Hemos estado seguros alguna vez de como son administrados? ¿Estamos de acuerdo con la priorización que les dan?
En 2024, Medellín Cómo Vamos presentó su informe de retos para 2025. Allí enumeraron ocho desafíos urgentes de la ciudad: inseguridad alimentaria y desnutrición en la primera infancia, recuperación de la confianza, vivienda, aprovechamiento y manejo de residuos sólidos, educación, cambio demográfico y transformación en la composición de los hogares, planeación urbana, gestión del riesgo y, por supuesto, seguridad y convivencia ciudadana.
Tras el anuncio del alcalde sobre la construcción de un mar en Medellín, me pregunto: ¿a cuál de esos retos apunta este proyecto? Quisiera pensar que indirectamente contribuye a alguno, pero temo más bien que pueda agudizar otros. ¿Qué pasa con este mar artificial frente al déficit de vivienda? ¿Qué implica para la planeación urbana, la gestión del riesgo o incluso la seguridad?
Es cierto que los espacios de esparcimiento son importantes, pero cabe preguntarse: ¿generan más utilidad social que atender los retos mencionados? Medellín, en comparación con muchas ciudades del país, es privilegiada. La cultura paisa ha demostrado resiliencia: trabajo duro, orgullo y capacidad de resurgir tras el dolor. Sin embargo, no podemos escondernos detrás de ese relato.
¿Ya revisamos cómo están los barrios en temas de gestión del riesgo? ¿Ya resolvimos la realidad del 27 % de la población que vive en pobreza monetaria? ¿Ya aseguramos tres comidas diarias para la cuarta parte de los habitantes que hoy no las tienen? ¿Ya enfrentamos el hecho de que alrededor del 40 % de los empleos siguen siendo informales, sin protección ni estabilidad?
Esas son apenas algunas de las preguntas que deberían anteceder cualquier obra monumental. La mayor de ellas es si realmente tenemos un alcalde preocupado por las necesidades de la ciudad o simplemente por su popularidad. No olvidemos que su aspiración fue la presidencia, y gobernar la segunda ciudad del país parece haberse convertido en un premio de consolación, una vitrina para retomar protagonismo.
Decir que lo único que le falta a Medellín es mar es miope, populista y egoísta. Es la mirada de quien desconoce las necesidades de la ciudad, el hambre y la gente; la mirada de quien sólo ve la Medellín que se vende a los turistas.
No niego que fomentar el esparcimiento, los espacios deportivos y los parques puede tener un trasfondo altruista y beneficioso para la ciudad. Pero la duda es inevitable: ¿esa es la intención del alcalde o simplemente la necesidad desesperada de titulares que fortalezcan su marca? Es más sencillo vender un mar artificial que niños alimentados, familias seguras o una gestión de riesgos eficiente.
A pesar de no existir cifras oficiales, algunos informes señalan que en la primera administración de Fico se gastaron aproximadamente entre 100 y 105 mil millones en publicidad de la alcaldía solo entre 2016 y 2017 (si extrapolamos a los cuatro años de mandato, la cifra sería cuatro veces mayor). Quintero tampoco se queda atrás: se estima que destinó cerca de 76 mil millones entre 2020 y 2023. ¿Realmente vimos reflejados esos recursos?
La racha de derroche, sin embargo, continúa. En la actual administración de Fico, este gasto en publicidad solo en 2024 ascendió a 9,2 mil millones. Y la pregunta persiste: ¿es ese gasto efectivo? ¿Vale la pena? ¿Es totalmente necesario? Más aún cuando, si no leemos los informes de la alcaldía, ni siquiera sabemos qué ha hecho el alcalde en turno.
No pretendo tener la receta perfecta para administrar los recursos de la ciudad, pero sí tengo claro que habría comenzado por lo esencial: por las prioridades de Medellín, por entender qué clase de hambre la atraviesa. Porque si de algo estoy segura es que los “likes” generados por un mar artificial o por publicidad para posicionar al alcalde resultan más baratos —y mucho más rentables en términos de popularidad— que garantizar comida y soluciones a los problemas más actuales.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/carolina-arrieta/