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Querido diario, hoy tuve mi primer consejo de ministros televisado y me tocó dejar claro quién era el presidente. Debo decir que me sirvió mucho el resumen de la dialéctica de Hegel que encontré en internet; ni te cuento las caras que hicieron cuando dije que Hegel no sabía escribir como García Márquez, que todo se vuelve en lo contrario, el error en el éxito, la inteligencia en la brutalidad.
Como era de esperar de quienes desconocen la obra del pensador alemán, la Vice, Laura, mi tocayo Gustavo y la Ministra Mohamad se sintieron aludidos. Manifestaron su inconformidad frente a la decisión que tomé de nombrar a mi querido Benedetti, ese loco revolucionario, como jefe de gabinete. Así que con la grandeza de la Ciénaga de Oro que me vio nacer les recordé mis años en el M19: por allá en las montañas y páramos los revolucionarios de verdad podíamos equivocarnos, nos basábamos en la filosofía del amor – tanto así querida Susana – que cuando un guerrero, amigo o enemigo era herido lo atendían las mujeres, no porque fuéramos machistas, sino porque su belleza, dulzura y disposición al cuidado lo curaban de inmediato. Las guerrilleras de mi generación eran verdaderas feministas, no como las de ahora que atacan a los hombres. Lo que quiero decir es que en el M no creíamos en hombres perfectos, mucho menos en revolucionarios perfectos, estábamos convencidos de que cuando existen hombres nobles que les cabe el país en su corazón, como a mi hermano garciamarquiano Benedetti, es vital que se le brinde una segunda oportunidad sobre la tierra.
Querido diario, durante las cinco horas y cincuenta minutos que duró el consejo de ministros pude confirmar que no se trabaja mucho por el país, pero si se ama profundamente a mi persona. Lo pude evidenciar con el Ministro Daniel, que como cosa rara llegó tarde, así que me hice el difícil y lo ignoré; me ofreció disculpas, luego habló y habló y terminó visiblemente afligido reiterándome que lucharía por mi causa con todas sus fuerzas. No estoy seguro de que lo haga, solo quienes somos capaces de ver el bosque y no exclusivamente el árbol, podremos cumplir a pie juntillas la política del amor.
En esta madrugada querido diario, me siento tentado a tomar mi celular y trinar como jamás lo he hecho, contra la aristocracia, contra las injusticias planetarias, contra Trump y su política de odio; quisiera dejar tan claro como este whisky americano que me estoy tomando, que con amor todo se puede. Sueno como un romántico, pero como no serlo después de que mi tocayo Gustavo me declarara su amor, Gus, DPS: ¡debemos pensarnos siempre!
No sé qué pasará mañana, quizás al igual que Bolívar, deba dejar de amar a una mujer para amar al pueblo, aunque pensándolo mejor, puede ser mal negocio, en la medida que: el pueblo es superior a sus dirigentes. Quizás el futuro esté en asociarme con el otro Bolívar, es decir, con mi querido tocayo y llevar a la pantalla grande una serie que convine: dramas, agendas paralelas, machismo en su máxima expresión y una extensa retorica sobre el amor.
Son las 3:00 am, hay algo a esta hora que me despierta la creatividad, que me embriaga, he decidido que el nombre de la primera temporada de la serie sobre mi Gobierno será: sin Petro no hay paraíso. Jejeje, soy tan creativo. Por su puesto que se grabaría entre Colombia y los Estados Unidos, quieran o no, porque como lo dejé claro en las últimas intervenciones en X mi pelea con Trump aún no termina.
Querido diario, todos mis allegados me intentaron persuadir de que no transmitiera el consejo de ministros, argumentando que podría salir mal, que todo se vuelve en lo contrario, el éxito en error, la inteligencia en la brutalidad, ¡pamplinas!, lástima que no se hayan leído a Hegel.
Me iré a dormir con la confianza del deber cumplido, seguro de que ninguno de mis ministros y compañeros de gobierno abandonarán la revolución en medio de la fiesta.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-carlos-ramirez/