Fanáticos del subdesarrollo

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Esta semana vi en Twitter dos críticas inexplicables a acciones del gobierno local de Bogotá. Ambas, a pesar de tratar de temas diferentes, comparten la característica de intentar convertir algo objetivamente bueno en subjetivamente malo.

El primer comentario se quejaba del anuncio del alcalde Galán de permitir comprar a un precio descontado los viajes de todo un mes en Transmilenio. La nueva modalidad es meramente un servicio extra dispuesto para los ciudadanos.

La propuesta emergió en el contexto de la grave situación financiera del sistema de transporte de Bogotá, empeorada por la falta de pago del Gobierno Nacional para subsidiar la tarifa de transporte. Gracias a esto, la alcaldía anunció que tanto el SITP como el Transmilenio tendrán aumentos de tarifa, cambios que para muchos son profundamente significativos.

Es evidente que ante una realidad -la insostenibilidad de los sistemas públicos de transporte-, es el Gobierno Nacional quien ha propiciado una decisión de política que perjudica a los ciudadanos. La propuesta del Alcalde puede verse como un salvavidas, si bien inalcanzable para muchos, pero, importante para quien pueda aprovecharlo. Sin embargo, según la crítica, el nuevo servicio es de alguna manera un insulto a la gente que desafortunadamente sólo puede vivir del día a día.

Otro comentario fue hecho por una reconocida periodista quien replicaba una pregunta maliciosa: ¿cuánta agua se utiliza en la construcción del Metro de Bogotá? Y se respondía a sí misma con la conjetura de que gracias a ese gasto se estaría acabando el agua de la ciudad.

La crisis del agua en Bogotá durante este año ha sido el resultado de una contingencia de la naturaleza: la falta de lluvias ha generado una sequía en el embalse de San Rafael, principal fuente de agua potable para la ciudad. La alcaldía ha tratado de atender la situación con medidas de mayor y menor éxito. El tema es tan relevante que ha abierto la puerta a cantidades de aprovechados inescrupulosos para hacer críticas sin sentido (como el mito de que Coca-Cola se está gastando el agua).

A esta segunda crítica respondió Zhu Jingyang, embajador de China en Colombia, con un comentario que inspiró esta columna: En otras partes, la gente trabaja y deja trabajar. Lastimosamente, esto no siempre ocurre aquí.

No hace falta preguntarse por qué el Embajador ha sido defensor acérrimo de la construcción del metro. Como tampoco es necesario darle demasiadas vueltas al hecho de que, para dar un paso enorme en el desarrollo de la capital, hay que aguantarse por algún tiempo, unas cuantas ineficiencias e infortunios -que pueden ser graves para muchos-. Colombia está llena de fanáticos del subdesarrollo, enemigos del progreso que prefieren que todos estén mal antes de que se abran puertas para que muchos estén bien. Gente que dice defender a los más vulnerables o querer un país mejor; y que al tiempo se deleitan en encontrar peros a las iniciativas de quienes buscan hacer que las cosas pasen.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/

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