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La semana pasada transcendió en redes sociales una declaración del exministro Mauricio Cárdenas sobre la libertad que hasta el mismo presidente de Colombia respondió. En tiempos de los medios del afecto esto no es ninguna novedad. Tenemos un primer mandatario que pasa mucho tiempo respondiendo afirmaciones insustanciales. Pero más allá de la pérdida de la dignidad del cargo presidencial en los últimos años, de presidentes y expresidentes twitteros, lo que dijo Cárdenas es relevante teniendo en cuenta la moda libertaria que recorre el mundo. El exministro defendió en un foro la labor de Javier Milei, el ya conocido fundamentalista del mercado que llegó a la presidencia gritando “viva la liberad carajo”.
¿Pero cuál es la libertad a la que se refieren los libertarios del siglo XXI? Uno de las principales características de este movimiento conservador es su capacidad para apelar a un valor incontrovertible dentro de cualquier sociedad. ¿quién podría oponerse a la libertad como principio social? Pero la palabra libertad en abstracto puede significar cualquier cosa, más si aparece en la boca de políticos en campaña. Cuando los libertarios hablan de libertad se están refiriendo a ella en términos negativos. La entienden como eliminación de restricciones. Un ser humano es libre de manera natural. Nace libre. La sociedad debe procurar eliminar cualquier tipo de restricción que impida su acción.
Es por eso que entienden al Estado como un enemigo de la libertad, porque restringe, porque da contorno a la libertad humana. Algunos dirían que la hace posible. No los libertarios. Para ellos el Estado es el principal enemigo de la libertad. En especial de la libertad de comerciar libremente, que es la que les interesa. Que el mercado se regule sobre la ley natural de la oferta y la demanda. Sin ningún tipo de restricción moral o social. El Estado no debe intervenir los mercados, ni mucho menos meter sus narices en ningún asunto del fuero individual, salvo cuando una mujer quiera abortar, o unos homosexuales casarse. Ahí si deberían intervenir, como declaró Francisco Sánchez, secretario de culto de Milei hasta hace poco.
La que no les interesa a los libertarios es la libertad positiva, o la libertad entendida como capacidad. En el credo libertario hay muy pocas consideraciones respecto a los derechos sustanciales, a la forma en que realmente una persona puede ejercer su libertad. Hay un ejemplo muy usado que explica la diferencia entre estos dos tipos de libertades. Entender la libertad sólo desde su dimensión negativa nos lleva a decir cosas como que una persona que vive en un corregimiento de Colombia en extrema pobreza es libre de moverse por el mundo porque nadie se lo está impidiendo. ¿Qué capacidad tiene esa persona de efectivamente moverse pese a que nadie se lo está imposibilitando? La libertad no es sólo una cuestión de eliminación de restricciones, es un asunto de capacidades, de posibilidades, de derechos sustanciales. Cuando un libertario dice viva la libertad, lo que verdaderamente está diciendo es viva la libertad de los que pueden ejercerla. ¿Y quienes son ellos y ellas?.
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