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Hace poco leí la narración de una mujer en redes sociales que contaba como la empresa eticket Colombia les había ofrecido una supuesta mejora a sus boletas compradas para un concierto; ella aceptó el cambio con base a información que resultó ser falsa y para colmo de males, el valor del nuevo tiquete era inferior al que había pagado inicialmente y la tiquetera no le ofreció devolver el excedente.
La historia de los abusos de las empresas de boletería en Colombia es riquísima. La situación es tan generalizada que no es difícil enterarse de las múltiples modalidades de atropellos al consumidor. Los códigos de preventa que se “filtran” en redes sociales y agotan la boletería en tiempo récord. El inexplicable “cobro por servicio” que equivale a un porcentaje fijo del valor de la boleta sin importar la localidad. Y qué decir de los múltiples escándalos relacionados con la reventa de entradas en los que las mismas tiqueteras han participado.
Cada tanto se publican noticias y anuncios de investigaciones y sanciones, normalmente dirigidas a las más grandes tiqueteras a nivel nacional -aunque muchas pequeñas han tenido problemas también-. Hay que reconocer que aunque inefectivo, el trabajo realizado por la Superintendencia de Industria y Comercio en este tema ha sido cuando menos aceptable.
Sin embargo, la verdad sobre este problema es que no hay sanción que aplaque los abusos de las tiqueteras. Increíblemente, son uno entre varios mercados en Colombia donde hay monopolios tan poderosos que parecen estar por encima de la ley. Cada penalización es respondida con un nuevo escándalo y parece no importar cuántas quejas ponga la ciudadanía ante la SIC, la situación no mejora.
Cuando nos enfrentamos a fallas de mercado -en este caso abusos al consumidor-, desde la teoría se suelen discutir dos visiones: más regulación o más competencia. El problema con lo primero es lo ya mencionado: las tiqueteras en Colombia parecen invencibles al control Estatal. Por el otro lado, no basta con querer competencia para que surjan nuevos jugadores en el mercado y de hecho, entre más fuertes son los monopolios, más difícil es participar. No sólo eso sino que la misma fortaleza de las regulaciones es un desincentivo para participar del mercado.
Tenemos entonces un problema que parece infinito. No hay quién convenza a las tiqueteras de jugar limpio y tampoco quién compita el mercado con mejores precios y servicios. ¿Quién en Colombia tendrá la solución al problema de las tiqueteras?
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/