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La gente está en la calle escuchando música navideña. Ya las vías están cerradas, con música a todo volumen, y en los cielos suena y se ve pólvora. Leyendo esto se creerá que se trata de una escena de la alborada en Medellín, pero nada que ver. Es la celebración de navidad en Caracas, la primera semana de Octubre. Los edificios gubernamentales ya están adornados con coronas y lucecitas; en los parques ya pueden verse árboles navideños de varios metros de alto y en los supermercados ya se encuentran productos tradicionales como el panetón decembrino. No ha llegado el niño Jesús, pero llegó el decreto del régimen autoritario para que la gente piense en rumba, no en que les acaban de robar unas elecciones presidenciales. Dice un caraqueño que cuando no hay más cosas de las que alegrarse, mejor si la navidad puede durar seis meses.
“Nosotros adelantamos las navidades porque es la vacuna más hermosa que hemos conocido y comprobado para disipar las malas energías de ustedes demonios y demonias. De ti, demonia…” Eso rebuzna el dictador Maduro por televisión nacional, refiriéndose a aplastar los reclamos de la oposición y de todos aquellos que quieren hacer valer lo que todo el mundo ya sabe: que Edmundo González Urrutia ganó las elecciones por una mayoría aplastante.
No es la primera vez que el tirano adelanta la navidad, lo ha hecho varias veces desde 2018 para generar distracción ante diferentes crisis; ha empezado en octubre o en noviembre, dependiendo de la situación. Mientras tanto, miles de presos políticos siguen detenidos y son torturados, muchos de ellos menores de edad, y el presidente electo se encuentra exiliado en España tras las amenazas contra su vida.
Mientras tanto, hay líderes de la región que gritan reclamos para que España pida disculpas por cosas que pasaron hace 300 años, u otros, como el presidente Petro, que dicen que no reconocerán a ningún ganador hasta que no se presenten las actas de escrutinio. No les es suficiente que el Centro Carter, de amplia trayectoria y credibilidad para la observación electoral, ya haya corroborado ante la Organización de Estados Americanos (OEA) las actas recolectadas por la oposición. Aprovecho para recordar que el Centro Nacional Electoral (CNE) venezolano, alfil de la dictadura, no ha presentado una sola acta, y uno de sus rectores se encuentra también exiliado tras denunciar las irregularidades en el proceso.
El adelanto de la navidad es una materialización distópica de la expresión romana pan y circo, que en el caso venezolano es principalmente lo segundo. A muchos les causa gracia, porque el humor es de lo poco que queda ante un momento crítico como este. Muchos venezolanos rumbean, otros no lo entienden, otros aprovechan que sus ventas crecen y otros insisten en celebrar primero Halloween. La Iglesia, por su lado, reclama que la navidad no es para hacer política ni propaganda, a lo que Maduro responde que “Jesucristo le pertenece al pueblo” y que “las navidades son del pueblo”.
Lo cierto es que Maduro está logrando lo que quiere: bajar la tensión, distraer, apaciguar a la gente y fingir que nada ha pasado, mientras Maria Corina Machado y Edmundo González, exiliado, luchan con las uñas que se haga realidad lo que votaron más de siete millones de venezolanos: que Edmundo se posesione como presidente el 10 de enero de 2025. De hecho, González aprovechó la locura de Maduro para decir que, como el dictador había adelantado la navidad, entonces él podía adelantar su regreso para posesionarse.
La navidad adelantada no ha pasado desapercibida para algunos países que se siguen sumando al reconocimiento de Edmundo González como presidente. Incluso, para una lideresa como Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, que llamó la atención con respecto al tema a través de la ironía, afirmando que “ya es navidad en Maduroland”. No se nos puede olvidar lo que está pasando en Venezuela. Y si de algo tenemos responsabilidad es de seguir presionando al Gobierno Nacional para que se pronuncie de manera contundente al respecto. Es inaudito que este circo se esté presentando al lado nuestro, y que nadie en el Gobierno diga nada; se mantienen el silencio cómplice y las declaraciones tibias. Ojalá nunca nos deseen felices navidades adelantadas, que seguramente habría quienes se alegrarían si les ponen a armar novena en octubre.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mejia/