¿Paloterapia?

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Paloterapia: linchamiento de sospechosos o socialmente confirmados ladrones con especial utilización de palos, correas, sillas y otros elementos encontrados alrededor. Puede incluir el sometimiento a vejámenes como desnudar a la víctima; destitución y destrucción de su propiedad; y grabación para la reproducción en redes sociales.

Esta es mi definición de un término que a manera de chiste -o tal vez no-, se ha popularizado en redes sociales a través del discurso de páginas dedicadas a compartir “hechos noticiosos” observados en nuestra cotidianidad: accidentes, tacos, peleas, denuncias ciudadanas y más; incluyendo ocasionales acciones solidarias de individuos y comunidades.

Estas páginas son un ejemplo perfecto de una contradicción esencial de las redes sociales: al tiempo que popularizan historias conmovedoras, positivas, dignas de reconocimiento; también deshumanizan, menosprecian y humillan a quien está al otro lado de la pantalla. Aún cuando los contenidos que menciono se promueven con aparente justificación informativa, el propósito de compartirlos no es más que presentar un show que genere likes e interacciones que a su vez, de alguna manera, recompensan a quien comparte el contenido o lo genera.

Sólo en el último mes se han presentado en la ciudad de Bogotá dos atropellamientos a ladrones que terminaron por convertir a víctimas en asesinos; uno de ellos fue tan viral que abrió una discusión nacional sobre la “justicia a mano propia”. Las páginas dedicadas a compartir videos de estas situaciones tienen un papel importante en dicha discusión: usando su alcance masivo suelen presentar información con lenguaje violento y promueven discursos que exaltan lo que debería llamarse “venganza social”.

Con la mal llamada “justicia a mano propia” pierde toda la sociedad. Pierden quienes convierten su hastío e indignación en crimen; pierden quienes exaltan la violencia pues acercan su mente y emociones a extremos que nadie debería cruzar; pierden las familias de todos los victimarios -de todos- y por supuesto de las victimas; pierde la sociedad porque se enraíza la violencia y se desvirtúa el valor de las instituciones.

Pareciera que en las redes se ha vuelto dominante el discurso de los violentos. Cualquiera que trate de hacer notar la evidente tragedia de la violencia es recibido con acusaciones y amenazas; poco a poco se silencian las voces de quienes objetivamente tienen la razón, aquellos que dicen que con la violencia perdemos todos.

De ahí el problema de promover con voyerismo los videos de hechos violentos, llevarlos a las redes sociales desensibiliza a usuarios que a su vez, terminan por envalentonarse para promover el linchamiento de la opinión contraria. Hoy son muchos quienes quisieran callar a los que nos oponemos a la violencia, tantos que hay algunos dispuestos a hacerlo físicamente. La respuesta entonces tiene que ser hablar más de esto. Decir sin miedo, sin pena y de forma categórica: NO a la violencia sin importar su forma.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/

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