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La profesora Doris Sommer estuvo el pasado sábado en EAFIT conversando sobre la importancia del arte en la construcción de mejores sociedades. Su vida ha sido un permanente diálogo con Antanas Mockus y Augusto Boal a quienes declara sus santos de devoción. Boal por su propuesta de teatro del oprimido en la que las artes escénicas se convierten en una herramienta poderosa de transformación social. El teatro invisible, y la categoría de Espect-Actor fueron la base de las apuestas de cultura ciudadana en Colombia que buscaban promover cambio social a través del arte. Antanas Mockus por su parte fue— si se quiere— el encargado de convertir en política pública las premisas y herramientas de Boal. La cultura ciudadana como concepto es una creación latinoamericana que propone formas novedosas de promoción de ciudadanía o civismo.
La conversación de Sommer con Mockus y Boal condujo a la creación de dos iniciativas por parte de la profesora de Harvard. La primera se llama agentes culturales, una metodología que utiliza el teatro para favorecer la confianza, el diálogo y el desarrollo de competencias democráticas en distintos contextos. La segunda — que recoge las experiencias de agentes culturales— se denomina Pre-Textos, un protocolo de intervención a través de la literatura para que los estudiantes desarrollen habilidades críticas y participen activamente en el proceso educativo. Para que dejen ser objetos y se conviertan en sujetos del conocimiento.
El trabajo de Sommer es muy interesante e invita a imaginar nuevas posibilidades de acción pública en términos comportamentales. Pero lo más valioso de su ingeniosa intervención en el auditorio Fundadores fue su argumentación sobre el posible origen del autoritarismo. Los salones de clase, dijo, están dispuestos de manera bélica, en filas e hileras que simulan las formaciones militares. El trato que reciben los estudiantes por parte de sus profesores no es la invitación a una conversación si no la imposición de órdenes y puntos de vista. La escuela es una representación de la violencia, el autoritarismo y la corrupción. No es el ocio que promete su etimología.
Este punto de vista no es novedoso. Las principales críticas del sistema educativo desde hace décadas lo señalan como un escenario desigual y vertical. Pero hoy cuando nos enfrentamos a un periodo de cierto florecimiento del autoritarismo en Latinoamérica, con niveles bajos de aceptación ciudadana de la democracia, y una disminución del rechazo a los gobiernos autoritarios, las palabras de Sommer hacen más sentido.
Una de las conjeturas psicoanalíticas para explicar la fascinación de los colombianos por figuras políticas paternalistas es la ausencia del padre. Con las reflexiones de Sommer nos podemos imaginar un posible origen del autoritarismo y la corrupción: los salones de clase, la forma como los profesores y los estudiantes se relacionan. Sonando excesivamente generalista como político en campaña, el autoritarismo se enfrenta con educación, con otra educación.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/