No se trata solo de perder

No se trata solo de perder

Escuchar artículo

Una amiga dice que está cansada de que la vida se trate de perder. Hace poco se le murió la abuela y la gata, pero su lista de muertos es más larga. Mi mayor miedo ella ya lo vivió: se murió la mamá. Le digo, como si un mensaje pudiera remediar algo, que es difícil no verlo de esa manera, porque entiendo cómo nos atraviesa la muerte, pero que ella está acá.

Llevo mucho tiempo escribiendo sobre el papá, al que mataron hace treinta y seis años. Ha sido la manera de tener un papá: inventándolo. Hace días, sin embargo, entendí que sobre todo escribo sobre mí: cuando alguien tan significativo muere, una parte de una muere con esa persona –es una obviedad, un cliché–, pero al final una sigue viva, tiene que levantarse al otro día y desayunar, bañarse, vestirse, regresar a la vida cotidiana. Una es la que queda. Pero eso también significa que una también es todo eso, incluyendo el vacío del muerto. Y eso hay que aceptarlo. Y darse tiempo para entenderlo. O a mí me ha tomado años: soy todo eso. 

También es una tristeza que va a vagar cada tanto sobre uno. Y está bien.

Cuando Shakira lanzó su álbum Las mujeres ya no lloran me molestó el título. Si he llorado con canciones es con esas primeras de Shakira, porque para una tusa no hay nada mejor que cantar a grito herido mis días sin ti son tan oscuros, tan largos tan tristes, y empatar con junto a ti creo que aumenté más de tres kilos y fue por ti que aprendí a querer los gatos. 

Me molestó porque son muy pocas las que facturan como ella, pero sobre todo porque el mensaje no puede ser que ya no lloremos, con lo importante que es llorar y abrazar todas las emociones. La tristeza incluida. 

Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 280 millones de personas sufren depresión en el mundo. No es lo mismo estar triste que estar deprimido –la depresión es una enfermedad que requiere tratamiento–, pero la cifra sí nos habla de lo fundamental de cuidar la salud mental, de hacer terapia. De llorar cuando necesitemos llorar, de hacerles duelos a las personas que se mueren y de aceptar las tristezas y los vacíos que vienen con ellos y la pérdida. De buscar ayuda cuando sintamos que la vida pesa mucho. De estar pendiente de nuestros amigos, de acompañarlos.

Quizá Shakira no hubiese facturado tanto, pero el álbum debió llamarse Las mujeres todavía lloramos, y vamos a terapia. Algo así. Todos, hombres y mujeres, necesitamos llorar o estar tristes, o ir al psicólogo. Así como es igual de importante levantarse y tener ganas de saltar porque recibimos una noticia maravillosa.

Este es el punto: cuando la amiga me dijo lo de perder, no sentí que tuviera palabras que alcanzaran y estoy a muchos kilómetros para abrazarla. Ya sé que va a terapia y lo que quería era solo que recordara que ahí estoy para escucharla. Pero sobre todo sentí que necesitaba que alguien le recordara que sigue viva y que es una persona increíble, inteligente y muy amorosa: le ha dado a gatos de la calle, por solo dar un ejemplo mínimo, la mejor vida posible. Esos actos me parecen que ya son importantes porque a veces hay que empezar por lo pequeño: impactar a alguien ya hace una diferencia en el mundo (en ese pequeño mundo).

Pensé en copiar las palabras de otra amiga, Laura, que siempre me dice: ojalá te vieras con los ojos que te veo. Y me lo dice cuando mi mente se ha entrado en un cuarto oscuro y no ve nada más que oscuridad, y en cambio ella ve la luz, las posibilidades que tengo, las capacidades, la belleza. Porque a todos nos ha pasado: hay días en que uno se cansa de que la vida se trate solo de perder. A mi amiga le digo: ojalá te vieras con los ojos que yo te veo.

En el libro Léxico familiar, de Natalia Ginzburg , ella dice que el poeta Pavese dijo: cuando alguien se marcha o se muere trato de no pensar en él, porque no me gusta sufrir.

Entiendo a Pavese, aunque a mí me gusta sufrir, pensar en los muertos, en la vida que sigue sin ellos y cómo una también sigue sin ellos. Eso, supongo, es parte de vivir: lidiar con la muerte, que está rondándonos desde que respiramos por primera vez.

Pero

Pavese también dijo: Cada día es un milagro intemporal,/ bajo el sol: lo impregnan una luz salobre/ y un sabor a vívido marisco.

Mary Oliver escribió: Poco a poco/ mientras dejabas las voces atrás/ las estrellas empezaron a arder/ a través de las sábanas de nubes/ y hubo una nueva voz/ que lentamente reconociste como tu voz/ que te acompañó/ mientras te adentrabas más y más profundo/ en el mundo/ determinada a hacer/ la única cosa que podías hacer/ determinada a salvar/ la única vida que podías salvar.

Y lo que quisiera decirle a mi amiga es esto: si seguimos acá es porque todavía hay que estar acá. Nos falta escudriñar más para que no todo se trate de perder. Porque no se trata solo de eso, la vida. Hay que encontrar las señales: mirar por la ventana, ver a una ardilla con la cola más grande del mundo atravesar la calle, caminar a un jardín, encontrar una castaña y devolverse al árbol con ella en la boca. Antes se detiene en la esquina. Mira a una humana parada en la ventana con un café en la mano.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/monica-quintero/

4.8/5 - (5 votos)

Compartir

Te podría interesar