Escuchar artículo
|
Me cuesta entender la lógica con la que el presidente Petro tomó la decisión de sacar a Aurora Vergara de la cartera de educación y nombrar a Daniel Rojas como nuevo ministro. Con el ánimo de entender la situación, busqué información sobre ambos, comparando su experiencia en el sector, trayectoria académica y su vida pública.
El resultado de la investigación fue contundente, al dejar claro que Aurora Vergara desde sus inicios en la vida pública ha estado vinculada con la academia, como profesora, investigadora, viceministra y posteriormente como titular del ministerio. Por su lado, Daniel Rojas, se describe como activista, experto en formulación de proyectos y su experiencia más notable estuvo como director de la Sociedad de Activos Especiales (SAE). Sorprendido por las distancias que existen entre los funcionarios, en cuanto a la experiencia y conocimiento del sector educativo, decidí dejar de lado mi sesgo como maestro y pasar por alto este “imperceptible hecho”.
Convencido de que un ministro de educación, más allá de ostentar títulos, debe ser un ejemplo como ciudadano, me propuse indagar en internet la manera cómo dichas personalidades se comunican con los colombianos. El golpe de realidad me dejó sin aliento. La conducta del ministro Daniel ha demostrado desconocer los principios rectores de la educación: respeto por la dignidad humana y defensa de los derechos fundamentales. Sus intervenciones violentas y homofóbicas en las redes sociales así lo evidencian. Contrario a esta situación, la exministra Aurora no ha tenido muestra alguna que permita sospechar sobre su incumplimiento de la ley o comportamientos reprochables como ciudadana.
Más claro no podría ser el panorama. Sin embargo, no estaba tranquilo, mi frustración estaba aumentando al no hallar coherencia en este cambio de ministros. Así que apelé a la imaginación como medio para entender el contexto donde se tomó tan inesperada decisión.
Julio de 2024, en algún lugar de París:
-Llegó la hora de hacer de Colombia una potencia educativa, que digo educativa, una potencia de la vida.
El sol veraniego acompañaba las palabras del presidente Petro. Sus asesores, conmovidos por lo escuchado, sonreían y asentían con las cabezas. De repente, una voz firme preguntó:
-Señor, ¿dígame que no está pensando en lo que creo?
Dicha voz era la de Laura Sarabia, quien no sonreía, a duras penas fijaba su mirada en el presidente.
-Es correcto mi querido Watson, cambiaremos de ministro.
Las palabras de Petro, contrario a lo que él se imaginó no causaron risa, se puede decir que fue un momento incómodo, así que Laura con una mirada de: ¡que hubo pues!, animó las carcajadas de todos en el recinto.
-Querido presidente: ¿Rojas o miedo?
-En efecto mi querida Laura, será Rojaaaas quien ocupará este magnánimo ministerio.
Todos los asistentes aplaudieron la decisión, de repente, el celular del presidente sonó y con la rapidez de quién redacta un mensaje en Twitter, Petro sonrió y dijo en voz alta: ¡Laura, alísteme el fast track!
Regresando al mundo real, lo cierto es que el nuevo ministro de educación se posesionó el pasado 23 de julio con más dudas que certezas. Su comportamiento frente a sus contradictores es una alerta de las líneas rojas que estaría dispuesto a cruzar para defender sus intereses. Como maestro, lamento la salida de una mujer idónea como lo es Aurora Vergara de la cartera con el presupuesto más grande de la nación. Que tarea tan difícil la que nos espera.