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Eso de intentar detener la “vaca”, una iniciativa ciudadana surgida de la solidaridad de un pueblo que le gusta verse progresar, es una medida desesperada, destructiva y producto de la mala fe de Gustavo Petro frente a la región. Su gobierno ni entregó los recursos que necesitamos para terminar la obra, ni nos quiere ahora permitir que lo hagamos por nuestra propia cuenta, para beneficio de Antioquia y de todo el país, que necesita esas autopistas 4G.

Petro tiene muchas razones para odiar Antioquia. En 2018, por ejemplo, el departamento le negó con su votación la posibilidad de ser presidente. Y otra razón más fuerte aún es que, además, nos teme. Antioquia es la región cuyo aporte al producto interno bruto del país es de más de 212.400 miles de millones, el segundo más alto del país. Si Antioquia logra aprobar un mecanismo legal para la autonomía fiscal de los departamentos, el Gobierno de Petro se desbarata. En fin, buscar la manera para mantener a Antioquia neutralizada económica y políticamente será una parte importante del restante accionar del Gobierno del “cambio”.

Pero lo que no le vamos a permitir a Petro es que impida que, ante la ausencia de apoyo del Estado, por su negligencia o maledicencia, los ciudadanos individuales en nuestro libre arbitrio acompañemos la iniciativa de donar lo que podamos, para terminar las vías y hacer de Antioquia una tierra mejor conectada, con más oportunidades, y permitir el paso del progreso del país, que rodará literalmente por estas carreteras. Esta acción es un acto objetivo de desobediencia civil frente a un Estado cuyo único empeño es destruir.

Petro es un hombre cuyo juego político es rastrero. Intentar enlodar una iniciativa ciudadana, que a los Antioqueños les genera esperanza por su vocación comunitaria, creando la sospecha de la participación en ella de estructuras criminales, es llegar tan bajo que, quien lo hace, tiene que conocer cómo tales estructuras criminales se adentran en campañas políticas, se mezclan con dineros públicos etc. Esa acusación dice más de él que de nosotros. Los Antioqueños que donamos para terminar las vías tenemos claro, por el contrario, que lo hacemos de corazón, lo hacemos con el producto de nuestro propio trabajo, lo hacemos porque es la única forma de llevar progreso a los lugares más pobres de Antioquia y del país. Intentar detener el progreso de Antioquia es detener el progreso del país. No esperen que los paisas permanezcamos con los brazos cruzados.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/julian-vasquez/

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