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En China tuve una cirugía. El lector podrá tener la misma reacción que mis amigos colombianos y extranjeros de acá: era una locura. Pero era necesario. Y efectivamente fue toda una experiencia de aventura.

Si es un riesgo tener una cirugía en un país que no es el tuyo, a eso sumemosle dos dificultades; 1) debía pagar por adelantado y con recursos propios (después le cobré al seguro); 2) no tenía quién me acompañara y mucho menos quién me cuidara.

Sin embargo me encontré con la grata sorpresa de que el sistema de salud chino es de muy buena calidad. Acá vas donde el especialista que quieras el día que quieras; si tiene mucha demanda haces fila hasta que te pueda atender, de lo contrario entras derecho a su consultorio.

Me pidieron excusas por no poderme operar la misma semana que consulté, el director de cirugía se veía bastante apenado. Para mi fortuna, la siguiente semana había turno, el lunes me hicieron los exámenes y el martes pasé por el quirófano.

La cirugía fue atendida por dos cirujanos, uno que hablaba inglés y otro no; tres enfermeras, de las cuales una habla inglés también; y otro cirujano pasaba cada tanto para supervisar. Estuve un par de horas hospitalizado, en cada habitación (que son para dos personas) hay un residente, no un médico, una persona residente que se dedica a cuidar de los enfermos.

Por el procedimiento, los exámenes, medicamentos y el tiempo de hospitalización, pagué la sorprende suma de un millón quinientos mil pesos en yuanes. Juntando otra experiencia donde pude constatar la facilidad para acceder a medicamentos psiquiátricos, puedo decir con confianza que el sistema de salud chino tiene las tres b.

Narro este cuento con opiniones por una sencilla razón: paralelo a esta experiencia se daban las primeras discusiones  sobre la reforma de salud propuesta por el gobierno nacional y no pude evitar darme cuenta de que algunas de sus características, al menos en espíritu, son similares al sistema chino.

Acá hay mínimo un hospital en cada distrito (comuna), no hay escasez de médicos, ni de medicamentos; el servicio es de alta calidad en términos generales y con contadas excepciones hay que hacer fila o esperar más de un par de semanas para atender un problema.

No puedo evitar pensar además, que esto no se construyó de la noche a la mañana, ni lo hizo un decreto. Para llegar a un estado de cosas tal como el que presencié yo, se requirieron muchos años de inversiones fuertísimas, una alta capacidad de control y planeación estatal y abundante oferta de oportunidades de formación.

En Colombia no pretenden hacer exactamente esto, me refiero tanto al proceso como al resultado. Habrán otros ejemplos, quizá más parecidos. Pero puedo decir desde lo poco que sé de aquí y de allá, que un cambio tan abrupto para un Estado con capacidades tan minúsculas no augura un éxito seguro.

Entre la improvisación, los decretos de reglamentación, el tire y afloje institucional y tantas cosas más, vamos a tener un nuevo sistema de salud para poco más de un año; mejor dicho, serán pocos los meses de sufrimiento del nuevo régimen antes de que estemos escuchando decir a los políticos que hay que echar marcha atrás.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/

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