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Desde hace un tiempo, escucho hablar a más personas sobre términos como la manifestación, la ley de la atracción, las afirmaciones diarias y otras estrategias para moldear nuestra vida en eso que deseamos que sea. Esta idea me atrajo profundamente, se me hacía algo conocida y factible para lograr mis objetivos; en el fondo me repetía que al intentarlo no perdería nada y que, si a otros les servía, no existía razón para que yo fuera la excepción.
Intenté con palabras de afirmación, mapas de sueños y páginas enteras escribiendo mis deseos, también con velas intencionadas, moodboards y formas de visualizar lo que tanto deseaba. Siempre me consideré una persona espiritual y, hasta cierto punto, todos estos pequeños rituales hacían parte de alimentarme interiormente; todo era familiar y tardé mucho en atar los cabos sueltos del porqué.
Crecí orando a diario, al despertar y luego de las comidas, cuando sucedía algo bueno o necesitaba amparo, antes de dormir, presentar exámenes, presenciar situaciones de tensión y también de emoción. Crecí orando y, por diversas razones, lo fui abandonando; nunca dejé de creer pero esa costumbre de meditar y conversar conmigo y con Dios empezó a desaparecer.
Por eso cuando me presentaron el mundo energético se me hizo tan familiar, porque ambos cuentan con prácticas de las que yo ya era amiga.
Hoy caigo en la cuenta de que manifestar es orar, que orar es afirmar y buscar respuestas en esas mismas prácticas que se me hacían menos intimidantes que enfrentarme a una oración. La base de ambos ritos es la espiritualidad y la confianza en el proceso, la fe en lo que algunos llaman El Universo y que otros nombramos como Dios; qué tan fácil me hubiese sido volver a arrodillarme y meditar si lo viese con esa misma mirada tan natural con la que le hablaba y manifestaba al destino.
Qué bello se me hace hoy pensar que todos nuestros ritos llevan al mismo lugar, al mismo propósito; que mientras oro y manifiesto estoy haciendo lo mismo. Hoy estoy convencida de que mi cercanía hacia la oración nunca desapareció, solo mutó de nombres y formas a lo largo del tiempo.
Con atrevimiento afirmo que orar y manifestar son distintas categorías para el mismo fenómeno del agradecimiento y la fe, del amor y el destino.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/mariana-mora/