Dicen que los columnistas tienen pensadas, ya casi escritas en la cabeza, no más de cinco o seis columnas. De ahí en adelante improvisan. O peor: buscan escribir una de las columnas que ya se saben de forma distinta, esperando que no se den cuenta.
En mi caso, debo aceptarlo: tengo una misma columna que no me canso de escribir. De “reinventar” (mi palabra favorita). Pero no me da pena hacerlo, porque en este caso tiene en el fondo un mensaje que le permite adaptarse, mérito del autor en la que se inspira.
Animal Farm – la conocida novela corta de George Orwell – es una alegoría poco disimulada hacia la Revolución Rusa: escrita al estilo de una fábula, un grupo de animales expulsa a los granjeros que los explotan y maltratan para crear su propio sistema de gobierno sobre su granja, conocido como Animalismo, basándose en el principio de que todos los animales son y deben ser tratados como iguales.
Aunque en un principio la granja prospera y la calidad de vida de los animales mejora, los cerdos lentamente empiezan a asumir funciones de liderazgo y a obtener ciertos privilegios especiales. Con el tiempo, los cerdos rompen los principios en los que se basa el Animalismo, oprimiendo a los demás animales en el camino para seguir manteniendo sus privilegios.
Este comportamiento se perpetúa hasta el punto que – como dice el último párrafo de la novela – “(..) los animales de afuera miraron del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y nuevamente del cerdo al hombre; pero ya era imposible discernir quién era quién”. Mi final favorito de un libro, pero también el más desgarrador que conozco.
El poder de la novela radica en que su alegoría logra trascender el contexto de la Revolución Rusa para ubicarse en los efectos corruptores que puede tener el poder: los “revolucionarios” tienden a convertirse en un fenómeno igual o peor al que derrocan. Se puede llegar al poder prometiendo cambiar el sistema, pero una vez se está envuelto en este, los beneficios de su estructura alteran las prioridades de quienes logran empaparse de poder.
Y aquí es donde aparece el poder adaptativo de esta columna: es un fenómeno tan común que se le puede poner muy fácilmente apellido. Podría hablar del chavismo en Venezuela – fenómeno que, como paisano, me tocó vivir en carne propia – o de cualquier otro gobierno con tiranuelos de izquierda (o de derecha). Podría decir que es Daniel Quintero llegando al poder como “independiente” y gobernando con toda la clase política tradicional de Antioquia. Podría usarse a nivel corporativo, o hasta en situaciones infantiles de relaciones personales (no hay peor tirano que el que criticaba a los que ponían la música cuando por fin le dan ese poder).
Es una columna bien maleable, como pueden ver. Sin embargo, se inspira en hechos muy puntales:
- Miguel Ángel de Rio – candidato por el Pacto Histórico – haciéndole campaña a Gustavo Petro y a sus listas al Congreso desde la casa del “cura” Hoyos, exalcalde de Barranquilla condenado por corrupción. (https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/el-pacto-historico-hace-campana-desde-la-casa-por-carcel-de-el-cura-hoyos/)
- Alexander López – precandidato del Polo democrático – tratando de acercar a Luis Pérez (bella perla) al Pacto Histórico. (https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/el-pacto-historico-se-acerca-a-luis-perez-de-la-mano-del-extinto-pin/)
- Un parapolítico haciéndole campaña a Roy Barreras y al Pacto Histórico en Bolívar (sin mencionar los rumores de que Roy podría buscar conservar su curul en cuerpo ajeno con su esposa como candidata). (https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/un-parapolitico-les-hace-campana-a-roy-y-al-pacto-historico-en-bolivar/)
- Armando Benedetti – que al igual que Roy es ex Uribista, ex Santista y si olieran que por ahí es el camino serían hasta posibles libertarios – liderando la campaña y alianzas de Petro en el Caribe, mientras es investigado por la Corte Suprema por no tener cómo justificar ingresos para sus bienes. (https://www.eltiempo.com/justicia/investigacion/armando-benedetti-fiscalia-la-inicia-extincion-de-dominio-a-apartamento-627632)
Las ratas son las primeras en abandonar el barco. También son las primeras en oler dónde puede haber otro posible hogar con comida podrida de la cual seguir subsistiendo, eso no es ninguna sopresa. Y hay gente capaz de hacerlo todo por llegar al poder – desde posar de progresista mientras se abrazan con pastores ultraconservadores a la Pedro Castillo hasta criticar “delfines” políticos mientras su hijo aspira ser gobernador con el único mérito de tener apellido Petro – eso tampoco es ninguna sorpresa.
Pero creo que hay suficiente tracción y evidencia como para hacer la trillada advertencia a lo Orwell con la que siempre culmina este formato de columna: que el odio al granjero no lleve a un cerdo al poder en 2022.