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Por mucho tiempo crecí bajo unos paradigmas sobre el concepto pobreza. Cuando salía y estaba en la calle y me pedían plata en las esquinas, las personas a mi alrededor decían que no diera plata ya que seguro esa persona se lo iba a gastar en “vicio” o, por otro lado, me decían que esa esquina era de una mafia y que seguramente, quien recibía la plata, debía pagarle a su jefe (dueño de esa esquina) un porcentaje.
Por otro lado, mi familia siempre promovía el dicho “no des el pescado, enséñale a pescar” y fue algo que siempre pensé que era lo correcto. No concebía la posibilidad de entregar dinero a personas, ya que posiblemente se volverían perezosos o se acostumbrarían a no esforzarse por salir adelante.
Seguramente, muchos de los que leen esta columna se sienten identificados y están convencidos -como yo hasta hace un tiempo- de que esto es verdad, y seguramente en alguna medida sí lo sea, pero ¿se debe “satanizar” de esta manera dar dinero a personas que lo necesitan? Para dar respuesta a esta pregunta empecé un camino de escuchar a personas que pensaban diferente y a leer otros estudios que, por lo menos, me permitieron cuestionar estas creencias que se me habían inculcado familiar, social y culturalmente.
Mi primer acercamiento fue ver una charla TED del holandés Rutger Bregman, donde corrobora con claridad que “la pobreza no es falta de carácter, es falta de dinero”, y empieza a hacer un análisis de lo que sucede en diferentes partes del mundo cuando las personas menos privilegiadas empiezan a recibir dinero para poder satisfacer sus necesidades básicas, siendo sorprendentes los resultados.
Mi segundo acercamiento se dió cuando conocí a un grupo de 10 cracks -believers- de las transferencias monetarias no condicionadas que habían creado por allá en pandemia una startup social llamada el Club del 1%. Ver que ellos entregaban recursos sin condición a mujeres que seleccionan y que carecen de sus necesidades básicas y ver cómo han usado esos dineros para salir adelante, me cambió la vida.
Cuando me invitaron a dirigir esta fundación, me puse a ver sus redes sociales y uno de los post decía: ¿Qué hubiera pasado si nacías 3km más al norte?; esa pregunta fue el espaldarazo que necesitaba para cambiar definitivamente mi percepción de la pobreza y, especialmente, cambió mi forma de ver el hecho de entregar recursos a personas pobres. No supe qué responder cuando leí ese post, ya que por alguna razón cada ser humano nace bajo unas condiciones pero, ¿no deberíamos todos tener al menos las necesidades básicas satisfechas?
Perezosos o “vida buena” hay en todos los estratos sociales. Personas viciosas hay en todos los estratos sociales. Personas que utilizan dinero para cosas sin significado hay en todos los estratos. No sé en qué momento, los que tenemos mayores privilegios, cuestionamos a aquellos que usan la plata para vicio, cerveza o lo que sea, ya que eso dependerá de la persona, no de si es pobre o no.
En ese sentido, mi invitación para todos en general es entender que crecemos con muchos paradigmas pero nunca los cuestionamos; la pobreza es una de esas cosas, así que debemos resignificar ese concepto. Realmente la gente no quiere ser pobre, pero por alguna razón nacen bajo esas circunstancias. Los verdaderos expertos en pobreza son los pobres mismos, permitamos a ellos tomar sus propias decisiones, no nos sintamos con esa autoridad moral de opinar o decidir por ellos.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-restrepo-2/