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Profesores en tiempos de IA

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Paul Virilio decía que todo avance tecnológico, todo progreso de la humanidad, lleva consigo un accidente, una consecuencia negativa no esperada. Aun es muy temprano para determinar cuáles serán las catástrofes sociales a las que nos conducirá el desarrollo de la inteligencia artificial siguiendo la máxima de Virilio, pero desde ya se pronostican muertes y desastres. La reciente popularización de ChatGPT y demás modelos artificiales de lenguaje ha propiciado una serie de vaticinios de obsolescencia. Se escuchan voces proféticas que señalan la desaparición de muchas profesiones.  

En la lista de oficios en riesgo de extinción se cuentan traductores, editores, periodistas, y profesores. Estos últimos parecen ser una de las especies más amenazadas. Los que promueven estos argumentos de obsolescencia de profesiones ante la irrupción de la IA, son a menudo los mismos que cuestionan trabajos o carreras que no cumplen un papel protagónico, según su estrecha perspectiva, en el crecimiento económico. No es la primera vez que se decreta la muerte de las humanidades debido a una revolución productiva.  

El papel de los profesores, y en especial de aquellos y aquellas que se ocupan de enseñar humanidades y ciencias sociales, transciende por mucho las cuestiones alrededor de la productividad. La educación tiene una función social que queda muy estrecha en la labor de fomentar y propiciar crecimiento económico vía producción de capital humano apto para el mercado. Cuando se discute sobre reformas a la educación en el mundo y en Colombia es recurrente la mención a las necesidades del sistema productivo, pero pocas veces se menciona las necesidades en términos de solidaridad social, compasión o reciprocidad.

ChatGPT es el avance tecnológico que condensa la característica definitoria de las sociedades actuales: la velocidad. Ya Virilio, quien nos alertó sobre la posibilidad del accidente, nos habló también de la velocidad. Los profesores no pueden ser más rápidos que ChatGPT, ni tienen la capacidad de revisar tantas fuentes bibliográficas en tan pocos segundos. No pueden producir conocimiento complejo tan rápidamente. Esto no significa su obsolescencia.

Es ahora cuando los profesores son más necesarios. Quiénes sino ellos y ellas para señalar los límites morales de la tecnología, las consecuencias sociales de los procesos de individuación y la necesidad del pensamiento crítico en una sociedad de vértigo inconsciente.  Más que peligro el desarrollo de la inteligencia artificial supone su revitalización. La aceleración voraz de las sociedades tardomodernas necesita de la pausa reflexiva de los salones de clase, de las conversaciones en las universidades. Eso no significa parálisis o renuencia a la renovación que responda a nuevas necesidades. Pero definitivamente no supone una desaparición de los profesores de cuenta de la IA.      

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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