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Querido lector,
En este, mi último envío de 2024, quiero hacer un balance de este año como columnista, de las ideas, opiniones y emociones que han atravesado y moldeado mi forma de ver y entender el mundo a lo largo de este año. Empiezo por decir que asumir la tarea de escribir cada semana se convierte en un desafío, especialmente en términos de pertinencia. Reconocer que nuestras opiniones casi nunca son determinantes es una buena premisa que debemos tener presente al embarcarnos en este rol.
La mayoría de las veces se termina escribiendo no para el lector ni con el afán de ser relevante en la esfera pública, sino como una forma de canalizar opiniones y emociones respecto a algún tema, de manera más reposada, en un momento en que las redes sociales se han vuelto un espacio ruidoso y hostil para la discusión pública. Plasmar en una hoja en blanco una opinión de quinientas palabras —poco más, poco menos— requiere tiempo y reflexión. Escribir y pulir las palabras a veces toma horas, con el objetivo de entregar un producto con algo de seriedad y elocuencia.
La democracia y la libertad son, y seguirán siendo, los temas sobre los que orbitan mis escritos. Ambas son mis preocupaciones y obsesiones más urgentes. Desde esta tribuna, seguiré defendiendo, sin matices, las libertades individuales y los valores democráticos. Cada día aumentan los riesgos y ataques contra las democracias liberales. Los autoritarios se ponen la careta democrática en épocas de elecciones solo para llegar a dinamitar el régimen desde sus entrañas. No discriminan espectro ideológico: los hay tanto de izquierda como de derecha. Aunque existen diferencias en el fondo, en las formas son muy similares.
En tiempos de auge de los autoritarismos y de asedio a las instituciones democráticas, el liberalismo es un antídoto eficaz. Combatir la desinformación, cada vez más difícil debido a los retos que plantea la inteligencia artificial; romper las cámaras de eco; rechazar los discursos bélicos y altisonantes; y condenar los abusos de poder, la corrupción y la deriva democrática son deberes éticos como ciudadanos y responsabilidades inherentes al rol de opinador.
El 2025 nos recibe con temas que estuvieron en el centro de mi interés durante este año y sobre los que derramé mis opiniones en varias columnas. El 10 de enero es la fecha marcada en el calendario para la posesión del presidente electo de Venezuela, Edmundo Gonzáles Urrutia. La dictadura, hasta hoy, sigue sin reconocer su derrota en los comicios del pasado 28 de julio. Aunque la comunidad internacional ha respaldado paulatinamente a la resistencia democrática venezolana, aún no hay sobre la mesa una vía clara para permitir la transición y la posesión del nuevo gobierno. La dictadura venezolana es culpable de atroces violaciones a los derechos humanos y representa una amenaza para la seguridad y estabilidad de la región.
Diez días después, asume la presidencia Donald Trump para un segundo período. Es el único mandatario estadounidense condenado por más de treinta delitos de índole sexual y fiscal. Regresa a la Casa Blanca en un momento de escalada de tensiones y conflictos bélicos internacionales. Mientras continúa la ofensiva en Medio Oriente, la ocupación rusa de Ucrania y la amenaza nuclear latente de Putin, Trump ha manifestado su intención de romper con la OTAN y mantiene una relación impávida con el Kremlin. Los organismos multilaterales parecen incapaces de detener los vejámenes.
En Colombia, iniciamos una campaña presidencial prematura, carente de liderazgos de peso y marcada por la permanente inestabilidad de un gobierno cuyo sello ha sido la corrupción y la ineficiencia administrativa. En fin, no son tiempos fáciles, pero, ante las dificultades, aumenta la demanda de posiciones contundentes, cívicas y democráticas. Desde esta columna, procuraré ser fiel a lo aquí manifestado.
Me despido dándole las gracias por tomarse el tiempo de leerme. Me honra y me enorgullece profundamente. Le manifiesto mi más sincero cariño y mi deseo de bienestar para usted y los suyos. Nos leemos en 2025. Ojalá que mejores tiempos vengan con él.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/samuel-machado/