El amor irrenunciable
Porque nuestro miedo de la infancia estaba siempre amortiguado por sus brazos, mientras que su vacío de entrada a la vejez es lúcido, esperado, solitario, llega despacio pero pisando fuerte, y los hijos lo contemplamos desde el balcón.
La persona que me gustaría ser
Es difícil valorar el presente tanto como se idealiza el futuro, pero tal vez nunca había existido una generación en el mundo que le diera tanta importancia al ahora como la mía.