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Medellín ha sido sometida a un auténtico saqueo. Se han ido robando todo, hasta la confianza de la ciudadanía. Semana a semana vemos improvisación, fallas, cortinas de humo, salidas en falso. Pero no nos podemos engañar, esta mirada no es tan unánime como podríamos pensar contaminados por nuestro círculo. Daniel Quintero ha ido creando un relato seductor lleno de inexactitudes y mentiras para justificar su comportamiento.

Desde la orilla del Alcalde y sus aliados, ellos dicen que están rescatando a Medellín de una élite corrupta que se había enriquecido a consta de la ciudad. O al menos eso dicen permanentemente. Por supuesto qué la realidad es otra y ya vendrá el momento de revisar uno por uno los principales indicadores sociales y económicos de la ciudad. Sin que Medellín sea un paraíso y sin creer que el único problema es Quintero, hay que tomar partido y actuar en consecuencia.

Quintero combina hábilmente su relato con la practicidad del negociante. Lo apoyan políticos tradicionales que durante años han hecho parte, por acción u omisión, de la corrupción política del país. Con los recursos que han obtenido en estos años, con las prácticas clientelistas de siempre, con todo el conocimiento del manejo de los datos y las redes, y con su discurso populista, se jugarán la vida por la continuidad de su proyecto en la administración. Es demasiado grande el rabo de paja para correr el riesgo de perder la alcaldía y además, hay que asegurar los recursos para la aspiración presidencial de su líder. ¡Qué susto!

No es suficiente responder con la verdad demostrando con cifras los argumentos, no basta hablar del modelo Universidad – Empresa – Estado, no nos podemos quedar tranquilos presentando tantos candidatos o candidatas como corrientes políticas hay en la ciudad. La división creada por Quintero y la magnitud de su daño, implican que los demás debemos buscar ser capaces de unirnos.

Se deben dejar claras las líneas éticas y morales, el espíritu ciudadano y técnico del eventual gobierno, se tiene que construir un programa plural y colectivo que recoja la mayor cantidad de miradas posibles, sin creer que en todos los asuntos se hará exactamente lo que nosotros haríamos. Cada equipo político interesado en recuperar a Medellín debe traer a la conversación los temas en los que es fuerte, en los que tiene trabajo que respalde sus miradas y así construir un plan de ciudad.

El reto es muy grande, lo que acabo de expresar tiene muchas implicaciones y es mucho más fácil decirlo que hacerlo porque existen profundas diferencias entre los actores políticos que nos oponemos a Quintero. Ya en múltiples espacios de la ciudad se han dado ese tipo de conversaciones. El trabajo de Proantioquia, el surgimiento de @CivitasMedellín, el rigor de Todos por Medellín, la cantidad de conversaciones entre organizaciones sociales y en general disposición de las personas, hacen que no sea una locura por lo menos intentarlo.

Yo por mi parte, trataré de ayudar a amigas y amigos que quieren participar aspirando al concejo y a otras instancias,  mientras, ojalá, avanzamos en una forma de encontrarnos que dé garantías y confianza a todos.

El eje de las conversaciones debe ser la lucha contra la corrupción más allá del discurso, es una línea roja.

El 2023 es un año para participar activamente en la política de la ciudad desde el lugar que cada uno ocupa, de la forma en que cada uno quiera y pueda. No se puede pasar de agache ni esperar a ver qué pasa.

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