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¡Vamos Colombia, hijueputa!

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El domingo ocurrió uno de los hechos más importantes de la historia del fútbol colombiano: Colombia le ganó a Alemania en el mundial. Las alemanas, dos veces campeonas del mundo, perdieron por segunda vez en su historia en una fase de grupos. La última vez que lo habían hecho, según contó MrChip, fue hace 28 años: el 3 de junio de 1995. A partir de ahí llevaban 20 partidos consecutivos ganando en las primeras rondas del mundial. Además, las alemanas son las actuales subcampeonas de Europa, y en su nómina titular hay seis jugadoras del Wolfsburgo, equipo que disputó la última final de Champions con el Barcelona.

El partido contra Alemania era el más difícil que tenía la selección en fase de grupos. Todos lo sabían, en especial Catalina Usme, la capitana que en la charla técnica les dijo a sus compañeras: “a mí me vale culo y medio que sea Alemania”, un poco anticipando que algunas, menos experimentadas que ella, tendrían temor de enfrentar una selección campeona del mundo. La arenga logró su cometido y la más joven de todas, la debutante en el mundial, brilló como ninguna. En el minuto 51 las alemanas lograron bloquear un tiro al arco de Manuela Vanegas, el rebote resultó en un balón dividido, como el título de aquel libro de Juan Villoro, a lo mejor porque la vida a veces nos da señales del futuro y lo que iba a pasar segundos después era literatura. La genio del fútbol mundial, el barrilete cósmico de Candelaria, Valle, metió un pique de unos ocho metros y llegó al balón antes que Sara Däbritz, lo dominó en puntas de pie y levantó la cabeza para ver como llegaba a marcarla también Huth, la 9 alemana. Dicen que la genialidad se define por la capacidad de anticipar las cosas. Cuando ella quita la mirada del balón y ve que Huth viene por él, ya sabía exactamente que iba a hacer: sacarlas a bailar champeta y meter una bomba al ángulo derecho.

Seis alemanas que quedaron arrumadas en el área se miraban desconcertadas. Sacaron los ojos del piso y vieron a la número 18 de Colombia celebrando con sus compañeras; por unos segundos pensaron que las letras estampadas atrás en su camiseta decían Marta, o Morgan, o Ronaldinho. Cuando pasó el aturdimiento ante la maravilla que acababan de presenciar lograron enfocar mejor y leyeron: Caicedo. Sí, Linda Lizeth Caicedo Alegría, la del apellido premonitorio, la debutante mundialista de 18 años había dejado regadas a las subcampeonas del mundo y acababa de anotar el gol del campeonato.

Luego de la poesía vino la épica. Las alemanas anotaron minutos antes de terminar el juego y todo estaba dado para un empate. Pero el destino esta vez no nos tenía preparada la desazón de casi ganarle a un grande. Ese episodio amargo que se consuela con frases como “pero jugamos mejor”, “pero hicimos ver a Alemania mal”. Esta vez sí fue para nosotros, no se nos escapó. Esta vez tuvimos “el calambombo grande”. Leicy Santos, la que lleva la costa caribe en los pies, metió un bumerán hermoso desde el corner derecho en dirección de Manuela Vanegas, quien cabeceó un misil al palo izquierdo. Era la última jugada del partido. Final y lágrimas.

Puede que este equipo no quede campeón del mundo (¡anulo mufa!), porque somos Colombia, a la que tanto se le escurre la grandeza deportiva en el fútbol pese a su extraordinario talento. Pero si hay una selección que puede lograrlo es esta. Tienen el fuego sagrado, la mística; dominan, como dice Villoro, el arte de las patadas. Y, sobre todo, tienen el corazón, ese que las hace cantar el himno hasta las lágrimas, y ganarles a las alemanas. ¡Vamos Colombia, hijueputa! Sigan haciendo llorar a este país de alegría.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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