Una Medellín pendiente

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Para escuchar leyendo: Medellín, Víctor Heredia

Medellín, la ciudad de las maravillas, cumple en el próximo noviembre 350 años de ser erigida como Villa. Porque la nuestra, es una ciudad que tiene ambivalencias incluso en su nacimiento, y para encontrar un punto de partida común debimos establecerla en el reconocimiento legal de la Corona de Castilla.

Meses después de ese aniversario, desde el Distrito se deberá dar inicio a las reflexiones en torno al nuevo Plan de Ordenamiento Territorial para la Medellín del futuro inmediato.

Es pues tiempo prudente para dar discusiones que llevan más de un siglo entorno a cómo concebimos la ciudad, sobre cómo organizarla y, sobre todo, cómo la construimos y habitamos. Incluso, es ya prudente materializar los proyectos y los planes que regulen una Medellín que encuentra la belleza a pesar de sí misma.

Hace casi un siglo, Ricardo Olano decía que una ciudad que no se preocupaba por la estética, podría llegar a ser un gran centro industrial, un gran centro comercial, pero nunca una ciudad; La Medellín de Olano, como la nuestra, es una ciudad que cumple aquella dolorosa condición, nuestro afán de progreso nos llevó a echar al suelo maravillas arquitectónicas, nuestra violencia nacional nos hizo triplicar nuestros habitantes en un estallido incontrolable, nuestras elites políticas desinteresadas botaron al olvido los planes y proyectos que supieron definir una ciudad para la gente, y le fue dando paso a las obras para los carros y las chimeneas.

Los planes de la Sociedad de Mejoras Públicas, de Olano, de Pedro Nel Gómez, de Wiener y Sert o de Jorge Cadavid y César Valencia, son sueños estimulantes que hacen añorar esa Medellín pendiente que se nos ha negado tanto, una ciudad digna que se disfruta caminando o en bicicleta, donde el aire se respira limpio y no con el pulmón tísico que describiera Gonzalo Arango. Pero también lastíma, porque se contrasta con esa ciudad que se hizo a retazos, con la fuerza de la terquedad y la solidaridad ante la adversidad.

Los medellinenses nos merecemos un Plan de Ordenamiento Territorial que ponga en el centro de todos sus ejes la calidad de vida, que desatranque proyectos estratégicos como la habitabilidad del valle, el cierre de brechas en el acceso al espacio público, el cumplimiento del Plan Maestro del Metro, llevar al SITVA a lugares como San Antonio de Prado que lo requiere con urgencia, la recuperación integral del centro, la arborización y los planes de manejo ambiental, el manejo de residuos, los límites a la construcción en las laderas y una deuda reciente, la recuperación integral de Moravia.

Medellín tiene con qué, desde lo público, la academia y lo privado deben centrarse en una discusión profunda y responsable con el futuro de la ciudad; Incluso atrevida si se quiere, para desarrollar obras definitivas y de gran escala para construir la ciudad con la ilusión de la Medellín que podemos ser. Ojalá nuestros empresarios, ojalá nuestros académicos y ojalá, sobre todo nuestros gobernantes, entiendan su responsabilidad histórica y tengan la grandeza que este reto necesita.

Ánimo.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/santiago-henao-castro/

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