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Trabajos de mierda

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Barack Obama es lo que en Twitter Colombia llamarían un fracasómano, una persona que señala los problemas del actual sistema social, que pone en cuestión las dinámicas de la desregularización fanática de los mercados. En Working, la miniserie de Netflix que produce con su esposa Michelle Obama habla de uno de los problemas fundamentales de la sociedad contemporánea: el debilitamiento de la clase media y el abandono de las mujeres y los hombres a su propia suerte por cuenta de la proliferación de trabajos de mierda. 

Inspirados en el libro homónimo de Studs Terkel, los Obama realizan una radiografía del mercado laboral estadounidense en búsqueda del denominado american dream. Su diagnóstico es bastante desalentador. Casi la mitad de los estadounidenses trabajan en empleos de servicios por un salario por debajo del mínimo. La promesa gringa de ascenso en la escalera social es hoy un recuerdo lejano que se funde en el hecho de que buena parte de la población debe tener tres trabajos para tratar de llegar a fin de mes.

En el primer capítulo de la miniserie el expresidente de EE. UU. menciona un ejemplo que explica algunas de las consecuencias de la precariedad laboral actual. Gail Evans es una mujer negra que en 1980 empezó a trabajar como personal de limpieza en Kodak para luego convertirse en directora de tecnología de la empresa. Obama es consciente de que estos ejemplos de superación son uno en un millón y que muchas veces son utilizados para justificar la pobreza y la desigualdad sistémicas con frases como “el que quiere puede”. Pero el punto al que va mencionando esta historia es fundamental. En 1980 había alguna ventana de oportunidad para subir en la escalera social. Un trabajador de limpieza era parte de una comunidad, de una empresa que le brindaba condiciones para que su vida mejorara: seguro médico, un mes de vacaciones pago, dinero para pagar estudios, una prima, etc. Y lo más importante, compartía con los demás empleados, era parte de la empresa y eso le permitía mejorar su capital social, sus bienes sociales inmateriales que tienen que ver fundamentalmente con relacionarse con personas de otra clase social.  

Hoy esas condiciones para los trabajos de limpieza han desaparecido. Si Gail Evans hubiera empezado su vida laboral en 2023 no trabajaría para Kodak, si no para una empresa contratista que le ofrece un pago mucho menor además de pocos beneficios extrasalariales. Trabajaría en la empresa, pero no para la empresa. No compartiría con los demás empleados porque realiza su trabajo mientras ellos no están. Gail sería invisible y tendría uno o dos trabajos más para poder sobrevivir. En esas condiciones, es imposible aspirar a una mejora en la calidad de vida.  En Ese contexto el american dream es irrealizable.   La precarización laboral es hoy una constante en un mundo que abraza la idea de la solución biográfica a fallas sistémicas. La época de oro del capitalismo estadounidense desapareció por cuenta del debilitamiento sindical y la desregulación del mercado laboral. La reflexión de Obama en ese sentido es poderosa: “Vivimos una gran ironía en la actualidad. Gracias a la economía global tenemos muchísimos bienes de consumo mucho más baratos. Hoy las personas pueden comprar más ropa, más celulares y más cosas que sus padres, pero no pueden tener una casa. Una casa solía costar el doble del ingreso anual de un estadounidense de clase media. Hoy cuesta 6 veces. El costo de la universidad se triplicó desde 1980.  Hoy tienes una televisión más grande, pero puedes pagar una vida más pequeña. Los millenials podrían ser la primera generación que progrese menos que la anterior”, y eso se debe principalmente a que tienen trabajos de mierda.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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