No estamos para la clásica tibieza de desearle al presidente que le vaya bien, bajo el supuesto que así mismo le va al país. Al contrario, mientras menos capital político tenga Petro y se reduzca su capacidad para sacar adelante sus reformas, mejor nos irá a todos. Incluso, no pueden hablar de sabotaje de la oposición porque los mayores escándalos y tropiezos del Gobierno han sido provocados por ellos mismos.
Aunque a buena parte del Congreso la mueve los incentivos económicos, los políticos no son kamikazes que se van a inmolar nadando en contra de la corriente de la opinión. En la última encuesta de Invamer, la aprobación de Petro estaba en el 33 %, y en el último sondeo de Datexto lo respaldaba el 26%; ambas hechas antes del “Proceso 15.000”, así que con seguridad luego de lo destapado por Benedetti, su crisis de popularidad se profundizará.
Y es que probablemente el escándalo sobre la financiación de su campaña no tendrá mayor consecuencia legal, pero sí política. Envalentona a la oposición, desmoraliza a sus bases, desorganiza su gabinete y, aunque aún no lo sabemos, probablemente por aquello de la supervivencia de los políticos, Petro pierda definitivamente la mayoría en el Congreso.
Un respiro para el país. Que se salvará, con la caída de las petrorreformas, de que políticos del mismo estilo de Benedetti administren con poca curia el ahorro pensional hasta ahora privado, o la plata de la salud; o que decisiones como dejar de explorar hidrocarburos para depender de importarlos de Venezuela sean revocadas por la falta de popularidad y capital político.
Definitivamente, si a Petro le va mal, a Colombia le va bien.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/jose-valencia/