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Como en la vida, en el tenis tampoco hay perfección. Así como no hay personas perfectas, tampoco hay jugadores perfectos. Me hubiera gustado seguirle más de cerca durante su carrera deportiva. Hoy me entero más de sus movimientos que de sus torneos y victorias cuando era el número 1. Un discurso de Roger Federer se hizo viral la semana pasada al recibir el Honoris Causa en Humanidades en la universidad de Dartmouth en Estados Unidos. Este reconocimiento le fue otorgado por su labor filantrópica y educativa mediante su fundación en Sudáfrica.
Todo su discurso fue una analogía del tenis como la vida misma. Fue sencillo y contundente como su forma de jugar, fue divertido y elegante, inspirador y sosegado como su forma de ganar y celebrar. Un discurso que nos deja tres lecciones a los graduados y a quienes la vida de deportistas íntegros, humanos y disciplinados nos llama la atención y nos motiva a ser mejores.
«Sin esfuerzo» es un mito. Fue su primer punto. Señaló la importancia del trabajo duro, la disciplina y la autoestima para alcanzar el éxito, aplicable a cualquier aspecto de la vida: lo deportivo, lo familiar o lo profesional. No basta solo con el talento; el talento es un don, pero solo la disciplina y el esfuerzo hacen que el don florezca. La perseverancia y el trabajo constante son el único camino. También nos deja claro que el esfuerzo por sí mismo tampoco asegura la victoria.
«Es solo un punto.» En tenis, cada punto cuenta. Roger solo ganó el 54% de los puntos jugados durante su carrera; sin embargo, esto le bastó para conseguir 20 títulos de Grand Slam, 103 títulos ATP y mantenerse como número 1 del ranking durante 310 semanas. Como cada punto cuenta, no tiene sentido anclarse al pasado, señaló. Destacó la relevancia de centrarse en el presente y no dejar que los fracasos anteriores definan las actuaciones del futuro. Esta enseñanza es crucial para la vida, pues damos una trascendencia sobrevalorada al pasado y al futuro, cuando lo fundamental es lo que hagamos hoy; nuestra concentración debe enfocarse en el presente.
«La vida es más grande que una cancha de tenis.» Señaló la importancia de la familia, los amigos y los viajes. Mencionó la importancia de ser buen ser humano dentro y fuera de la cancha. No hay un buen tenista, o cualquiera sea la profesión, si no hay una buena persona que lo anteceda. Señaló la importancia de lidiar con la derrota y de aceptarla.
Me quedo con dos ideas clave: «La energía negativa es energía desperdiciada» y «No me gusta la palabra jubilado, prefiero llamarme a mí mismo un graduado de tenis, ya que ahora estoy ‘descifrando’ el siguiente capítulo de mi vida.» El positivismo y la curiosidad como motores de vida. Así lo hayamos logrado todo, nunca estaremos jubilados si la mentalidad del suizo inspira nuestra forma de jugar la vida.
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