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El desarrollo de la humanidad ha estado acompañado de historias de grandes líderes que han llevado a sus comunidades, naciones o países a mejores sus condiciones; que han librado batallas para conseguir su libertad e independencia; que han ganado o pérdido guerras, entre otros. Normalmente, las sociedades buscamos que los líderes más importantes adquieran un rol de líder político para que sean alcaldes, gobernadores, presidentes, entre otros cargos públicos.
Si bien es cierto que el liderazgo se ejerce en cualquier ámbito (público o privado), desde cualquier cargo que se tenga en una empresa y hasta en la vida misma, la realidad es que cada vez más exigimos a los líderes políticos los cambios y acciones más trascendentales para nuestra sociedad. Esto se ve aún más reflejado cuando estamos en campañas políticas como por ejemplo, la que se avecina en Colombia en el mes de octubre, donde elegiremos nuestro próximo alcalde, gobernador, concejales, entre otros.
Esta situación que se aproxima me hizo pensar en las características del líder que quisiera para retomar el rumbo de nuestra ciudad, planteando la pregunta: ¿qué tipo de líder quisiera elegir? Al responder, sé que las exigencias pueden estar asociadas tal vez a utopías, pues seguramente no habrá quien las cumpla en un 100%, pero sí sería clave que la mayoría de las mismas estuvieran enmarcadas en uno de nuestros(as) candidatos(as):
- Trabaje en su autoconocimiento. Para liderar una comunidad, necesitamos personas que se fortalezcan a sí mismas, que trabajen en encontrar un camino para su propio autoconocimiento.
En columnas anteriores, he mencionado por ejemplo a Pablo d’Ors, quien señalaba que el liderazgo consistía en la trasmisión de energía y que para transmitirla, debemos aprender a gestionarla y conocerla. Por ello quisiera que el próximo líder se preocupara por su propio autoconocimiento para que la energía que lo motiva esté fortalecida y sea la que se transmita a la ciudad.
- Normalice y reconozca el error. Si bien políticamente los errores se pagan caro y la exposición pública especialmente en las redes sociales, los juzgados del siglo XXI, cobra caro el error, considero que por la salud mental de todos los ciudadanos debemos empezar a ser responsables y reconocer los errores, normalizar la equivocación y gestionarlos con responsabilidad.
Muy pocas veces vemos líderes reconociendo sus debilidades, errores o fracasos y, en vez de eso, vemos cómo se excusan, los olvidan o los niegan hasta el final, generando efectos colaterales aun peores.
- Verdadera compasión y preocupación genuina. Es normal que nuestros líderes tomen y muestren empatía y compasión por todos los asuntos con miras en ganar adeptos de todas las comunidades, lo que está bien pero, ¿qué tal si realmente sí cumplen y se comprometen realmente con todo lo que les prometen? Si van a acercarse por ejemplo a la comunidad emprendedora para entenderla y promover un ecosistema amable con el emprendimiento, es clave que esa preocupación y compasión sea genuina, real y que se materialice en acciones concretas.
- Humildad cognitiva. Por último y muy vinculado al reconocimiento del error, está el reconocimiento de que no se las sabe todas y que, claramente, debe recurrir a tener un equipo competente. Muchas veces vemos líderes que, por miedo a que lo opaquen o lo sobrepasen, buscan personas que simplemente cumplan sus órdenes, no cuestionen y no enseñen. Sin embargo, para que unas ideas sean verdaderamente transformadoras, deben estar acompañadas de personas competentes.
Sé que suena mucho pedir, pero creo que debemos exigir líderes conscientes, líderes que se preocupen genuinamente por sí mismos y por la comunidad, que normalicen conversaciones difíciles y reconozcan sus fortalezas y debilidades. Claramente, debemos sumarles otros atributos y valores como la honestidad, la transparencia, entre otros, pero considero que estos emergen de una persona humilde, que trabaje en sí misma y que busque lo mejor para todos.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-restrepo-2/