Potencia mundial de la vida

Potencia mundial de la vida

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El presidente Gustavo Petro Urrego ha hecho declaraciones y tomado decisiones que marcan un punto de inflexión en las relaciones entre Colombia y Estados Unidos, un vínculo que ha definido históricamente el devenir de nuestro país. ¿Por qué resulta crucial la postura que adopta su gobierno, y qué implicaciones puede tener para el pueblo colombiano? Hoy quiero enfocarme en la primera de estas preguntas.

Desde que el país del norte se erigió como potencia mundial, los pueblos latinoamericanos hemos quedado atrapados en su juego, obligados a inclinar la cabeza y aceptar, sin cuestionamientos, el papel de proveedores sumisos. Hemos cedido nuestros recursos, sacrificado nuestros ecosistemas y desplazado nuestras comunidades, todo a cambio de una paz ilusoria que solo beneficia a una de las partes.

Cuando el presidente Petro afirma que Colombia es el corazón del mundo, tiene razón. Nuestro país es un territorio de riquezas incalculables: hídrica, cultural, étnica; somos productores de alimentos esenciales para el planeta. Defender estas riquezas con firmeza no es solo una obligación moral, es un acto de edificación nacional. Pertenecemos a la vasta América, un continente que ha visto sus sueños de progreso desmoronarse ante un sistema que devora la esperanza. Hoy, más que nunca, necesitamos una defensa inquebrantable de nuestra dignidad y de nuestra tierra.

La llegada de figuras como Donald Trump al poder en Estados Unidos no solo simboliza un retroceso en derechos fundamentales —para las mujeres, las infancias y las diásporas que han contribuido a construir otras naciones—, sino que envía un mensaje ominoso a los latinoamericanos que anhelamos un futuro donde la vida y la esperanza prevalezcan sobre la destrucción.

Quizás las palabras de Petro sean, en parte, una expresión de su temperamento y de la magnitud de su ego. Pero en ellas también encuentro un destello de posibilidad: el reconocimiento de la capacidad creadora de los pueblos americanos y la urgencia de levantarnos contra las nuevas formas de esclavitud que nos asedian. Sus palabras son un aliciente, un peldaño en el arduo camino hacia nuestra soberanía.

Nunca antes habíamos tenido una postura tan clara frente a la servidumbre impuesta por la potencia mundial, que explota nuestros recursos y controla nuestro desarrollo. Por ello, resulta loable que, desde su posición, cualquier líder se atreva a pronunciarse contra la escalada de un fascismo que asesina y aniquila toda posibilidad humana.

Adelante, presidente. Por la dignidad y por la potencia mundial de la vida, el pueblo lo acompañará en ese propósito.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/sara-jaramillo/

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