Tipos de contenido

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Orwell y latinoamérica

Te podría interesar

Elige el color del texto

Elige el color del texto

Escuchar artículo
PDF

Esta hermosa región donde vivimos millones ha tenido una relación estrecha con la literatura. Nuestra historia es un relato que contempla el horror, la violencia, pero también la esperanza y una belleza profunda. El realismo mágico constituye, en el caso de Colombia, el sello patrimonial con el que nos lee el mundo. Lo mismo ocurre en todos los países de América Latina, donde hemos tenido la fortuna de toparnos con escritores como Rulfo, Vargas Llosa, Borges, Allende, entre muchos otros. Sin embargo, lo que mejor podría describirnos como región en la actualidad es la distopía.

George Orwell, el más grande “distopista” que ha dado la literatura, nos mostró con sus novelas que, el soñado ideal de una sociedad armónica, deriva indefectiblemente en una pesadilla totalitaria, todo por el abuso del poder de quienes decían buscar un cambio para garantizar un mundo próspero e igualitario.

Si uno quiere entender a una buena porción de países latinoamericanos en la actualidad, basta con leer Rebelión en la granja. En esta historia, un grupo de animales, liderados por cerdos, urden un plan para derrocar la tiranía del Señor Jones, el granjero opresor de su libertad y bienestar. Lo logran. El Señor Jones es desterrado de la granja y los cerdos prometen gobernar con justicia e igualdad. Para ello establecen 7 mandamientos. El último de ellos reza: “todos los animales son iguales”. Sin embargo, conforme pasa el tiempo esa revolución comienza a degradarse, y los cerdos, que prometieron un cambio venturoso, terminan corrompidos y oprimen a quienes prometieron liberar. ¿Cómo lo hacen? Mediante la manipulación de la verdad, reforzando el lenguaje sobre la idea de que el cambio estaba más cerca que nunca. Finalmente, hasta sus mandamientos transmutan y el séptimo termina así: “todos los animales son iguales, pero hay unos más iguales que otros”. Los peligros del poder son daltónicos: no diferencian colores ideológicos.

Desde hace años tengo la convicción de que uno de los mayores retos de nuestra región es dejar de romantizar las ideologías utópicas y abrazar más las visiones imperfectas. Los avances en las sociedades son lentos, pero, si se persiste en actuar frente a los desafíos inacabados de la realidad, podremos estar más cerca del cambio que anhelamos. Latinoamérica no puede ser un territorio de discursos grandilocuentes y realidades frágiles. Por eso, quizá un buen ejercicio puede ser leer más a Orwell.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/andres-jimenez/

5/5 - (10 votos)

Te podría interesar