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¡Ojalá Medellín fuera un circo!

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Esta época electoral evidencia lo feo y lo triste de la ciudad. Muchos candidatos recurren a repetir lo mal que estamos con datos que ni ellos mismos saben interpretar. La falta de creatividad es tal, que vuelven a la viejísima fórmula: “todo está muy mal y solo yo sé como arreglarlo”. Los candidatos de todos los lados se sembraron en el pobre discurso del cambio. Así, entre “cambiar para recuperar la ciudad” y “cambiar para seguir igual” no emerge, aún, alguna propuesta contundente ni creativa que emocione.

Abunda la falta de criterio estético: campañas gritonas con vallas gigantes que se imponen sin respetar la norma y, menos, el paisaje… y, es que ni se preguntan por el paisaje; parece que para ellos eso no existe. Actos de campaña en motos gigantes que exageran cualquier presencia y que mandan mensajes bien equivocados en un pueblo empobrecido y violento.

Por otro lado, candidatos sin sonrisa genuina (pero sí diseñada), con la mirada altanera. Se sienten tan ganadores que ya ni se esfuerzan en sus discursos. Repiten dos o tres frases que antes medianamente funcionaron y alzan la voz, indignados, porque eso sí lo saben hacer: hablan durito, con lo que suponen es autoridad. O, ingenuos, que con cancioncitas que parecen más de una campaña a la personería de un prescolar.

Y entonces, las dudas sobre el criterio ético: de dónde sale tanta plata de unos para hacer semejante show; qué entienden unos y otros por decencia; hasta dónde llegan sus vanidades; ¿es de verdad que los egos de quienes pretenden ser servidores públicos son tan oscuros?; en fin… las dudas desde esta orilla son infinitas…

Ya lo dijo José Manuel Arango sobre nuestro entorno antioqueño tan violento en formas y fondos:

“Hay gentes que llegan pisando duro
que gritan y ordenan
que se sienten en este mundo como en su casa.
Gentes que todo lo consideran suyo
que quiebran y arrancan
que ni siquiera agradecen el aire.
Y no les duele un hueso no dudan
ni sienten un temor van erguidos
y hasta se tutean con la muerte.
Yo no sé francamente cómo hacen
cómo no entienden”

Llevo varios meses diciendo que Medellín es un circo. Pero no, ¡ojalá lo fuera! En un escenario como ese lo que abunda es la preparación, la seriedad. Allí los criterios estéticos y éticos se mezclan con los lógicos. La estética se apuntala con seguridad. El arte se encuentra allí como expresión de la vida. Hay cuidado de unos y otros. Los actores saben cuáles son sus roles y saben que se deben al público. La metáfora es incompleta, claro; pero, ilumina, porque aquí, lo que abunda son perritos muy mal disfrazados de leones.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/maria-antonia-rincon/

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