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María Antonia Rincón

No apta para señoritas: celebro nuestra voz

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Por estos días celebramos el primer aniversario de No Apto. Cumplir años me parece una maravilla. Para alguno es muy egocéntrico que un día al año alguien alborote la dinámica cotidiana y ose gritarle al mundo que festeja su vida. En esas horas es el centro de atención y lo disfruta. Algunos ojos mirarán con sospecha y una que otra voz se alzará en contra. A mí, en cambio, cada vez me parece más bonito celebrar los hitos vitales.

En Colombia, por la fuerza de nuestra historia, se mezclan de manera muy extraña las celebraciones y las conmemoraciones: festejamos la vida, pero también tenemos mucho dolor por las pérdidas violentas que implican para comunidades enteras, además de la ausencia física, la imposibilidad de los ritos de cierre. Somos un país muy adolorido: violencia, desigualdad, pobreza, falta de sentido… y, precisamente, por eso, celebrar que seguimos aquí parece un oxímoron.

En ese contexto, aceptémoslo, también nos cuesta mucho la solidaridad en la alegría. Parece que estamos diseñados para acompañar las tristezas, ¡y qué necesario que es!, pero, además, nos corresponde aprender a relacionarnos con las dichas ajenas. Bajarle el tono a la sospecha que nos genera saber que alguien está contento, abrazar su goce, sabernos parte de la fiesta.

Así como son necesarios los ritos de duelo, también son necesarios los ritos de celebración. Subir el volumen para que el mundo escuche nuestra alegría. Este, para mí, es un aniversario precioso. Fuimos convocados por quienes confiaron en que algo teníamos para contar. Poco a poco, los columnistas, en grupo y de manera individual, crecemos y nos modificamos. Acogemos la escritura, la lectura y la reflexión como motores vitales que impulsan nuestra acción. Incluimos otras formas de lenguaje, como el audiovisual, porque sabemos que entender el mundo también es mirarlo, conversarlo. Hay de todo. Posturas políticas diversas, preguntas existenciales, apuestas críticas, amores familiares, planteamientos por el lugar de cada uno en el mundo, denuncias, propuestas. Y, sobre todo, hay respeto por el pensamiento. Celebro con mucha esperanza este aniversario No Apto, no solo por lo que ha sido en este tiempo sino por la potencia que representa. Por la posibilidad de romper esquemas y por la alegría de sabernos vivos y con voz.

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