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Carmen Mendivil

Neuropsicopedagogía dermatológica homeopática para mascotas

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Empiezo afirmando que no tengo mascotas. Eso de salida me resta autoridad para opinar, aunque me agarro de mis cortas experiencias que tuve con conejas, periquitos y conviviendo con algunos perros de otras personas. No hay una aversión específica, para nada. La falta de espacio y tiempo me ha alejado de esa experiencia de convivir con otra especie, canina o felina, y en esa necesidad inconsciente de estar rodeada de vida, opté por cultivar matitas, que tampoco exijan mucho de mí.

Pero algo me inquieta de todo el mundo mascotero citadino, por lo que veo, escucho y leo, y no es más que un perfecto caldo de cultivo para que se exacerben las oportunidades de particulares comerciantes, para pillar la vulnerable convicción de amos y amas de invertir cuantiosas cifras en humanizar a sus mascotas.

Alguna vez escuché de un experto entrenador para perros que no había mayor maltrato a los animales que, precisamente, humanizarles. Y es que de verdad se están pasando. Me refiero a las cada vez más específicas especialidades médicas y psicosociales de atención para mascotas que van apareciendo en el mercado y que la gente compra sin reflexión. Homeopatía, yoga, psicología, sin contar los ya promocionados seguros de vida y cupos en campos santos.

Cuando experimenté el amor hacia una mascota era una niña de provincia viviendo en una casa que paría árboles de mango, guanábana, pera roja, anón y mamón. El perro nos defendía de las iguanas que bajaban al patio extenso, me agujereaba la ropa con sus colmillos mientras jugábamos, me escarbaba el cabello, me lamía las heridas. De vez en cuando a este perro lo veía echarse bajo el sol por varias horas luego de haber comido hierba. Mi abuela me decía que se estaba desparasitando.

Al final lo que se puede interpretar es que, por los efectos de la domesticación y la urbanización, a fuerza de acomodar la naturaleza a la habitabilidad humana, las mascotas en las ciudades se han alejado de la posibilidad que tenían de tomar con sus propios hocicos las plantas medicinales que tenían disponibles 24/7.  Por el contrario, hoy se asoman a la tierra ateniéndose a la disponibilidad que tengan sus amos y amas de llevarles al parque.

Si bien la atención veterinaria es fundamental, ha habido otras vertientes de atención en salud del animal doméstico, que se han introducido al mercado como grandes novedades intentando captar clientes, ofreciendo innovadoras formas de atender a las mascotas. Y es que los problemas de salud y socialización que tienen las mascotas son provocados precisamente por la interacción con los seres humanos. Las mascotas se han enfermado a costa de tener que lidiar con la humanidad; la causa de todos los males de aquellas especies domesticadas es enfrentarse precisamente a la inhumanidad de los y las sapiens sapiens.  

El comercio de productos de mascotas se convirtió en ese pilluelo que encontró el negocio redondo de vender necesidades animales a las personas, aprovechando que las mascotas nunca podrán opinar. Ropita, coches para pasearles, manicura, pañales, biberones, accesorios, y hasta taxis especiales para transportarles, pero también el sofisma que compran amos y amas, sobre tratamientos que hagan exclusivas a sus mascotas, como programas de psicopedagógía para entrenarles mejor que el resto, o tratamientos de dermatología y gastroenterología homeopática, que aleje cada vez más al animal de su propia condición. Falta que se empiecen a vender cupos en kindergarden de cachorros y no nos extrañará ver los anuncios de “mi primeros ladridos y maullidos” o incluso programas de retiro espiritual para mascotas.

Espero no darles ahora demasiadas ideas.  

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