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Petro sigue recopilando apoyos de todo el país. Los liberales, una buena porción del centro y hasta algunos partidarios del Ingeniero han decido apoyar al nuevo presidente. Pero a Petro le falta una figura importantísima para su gobierno: la cabeza de la oposición. Y no es que Petro entre con un país a su favor. Apenas un 50% de la población confía en su mandato. En el otro 50%, hay una desconfianza absoluta, y de algunos, un odio intenso por todo lo que sea firmado por el presidente-electo. Sin importar lo que sea. Pero no se han canalizar estos escrúpulos en una oposición clara, organizada, y marcada. Duque probablemente será más recordado por ser la definición de un muerto político que por ser presidente. A Uribe le quedan unos píos que todavía le rezan todas las mañanas. Pero su fe ha se ha ido extinguiendo; hasta en su tierra prometida. El ingeniero sigue y seguirá siendo un enigma político que no se afilia con nadie y cree solo en su palabra. Quizá criticará al nuevo gobierno desde Piedecuesta cuando se le dé la gana, pero seguramente no liderará una oposición organizada porque eso significaría lidiar con los espantosos politiqueros ladrones.

Para mí, esta falta de oposición puede ser la punza que no me dejará confiar en Petro del todo. Su ideal de un gran acuerdo nacional con todos los sectores llegó al extremo de invitar a su némesis a conversar. Algo que no solo me parecía impensable, pero que, por los odios acumulados en competencias electorales, hasta indeseable. Pero admiro que ambos polos se sienten a dar una conversación. También admiro el deseo de unión de Petro. Pero la realidad es que igual necesitamos una oposición escéptica y alejada de la Casa de Nariño. Una que se siente a analizar cada movimiento del nuevo presidente. Que juzgue con una mirada de acero cada movimiento de Gustavo Petro. Porque se ha hablado de sus tendencias tercas y hasta despóticas, se ha evidenciado que puede fallar rotundamente como administrador y se han cuestionado grandes partes de su plan de gobierno no solo por ser inviables, pero por ser peligrosas.

Si algo necesita un escrúpulo atento es lo nuevo. Son las nuevas vacunas las que más pruebas necesitan para ser aprobadas. Son las que más supervisión y atención se roban para evitar que terminen haciendo más daño que bien. Aunque me gustaría creer que Petro va a saber nombrar un gabinete integro y unido, él no tiene la potestad (ni probablemente el deseo) en armar una oposición capaz. Porque una oposición saludable se hace desde afuera. Y esto es lo que me parece más peligroso de este nuevo gobierno. E, igual de importante al desarrollo de lo que se viene en la Casa de Nariño, deberíamos estar parándole bolas a lo que pasa en los círculos políticos que lo rodean y se oponen a él. Porque dependemos de su éxito en generar una oposición fuerte y oída para ejecutar un control político saludable a este nuevo gobierno que será, sin duda, uno experimental.

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