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Yo entiendo que Medellín está en crisis, en una muy profunda y dolorosa que ha alcanzado su punto máximo, hasta ahora, en cabeza de  Daniel Quintero. Entiendo también, como lo he dicho, que Quintero es una consecuencia y no una causa, aunque su clientelismo haya elevado el tenor de las alarmas. Entiendo también que muchos hemos venido haciendo un llamado constante a que los hombres y mujeres, líderes de esta ciudad, den un paso al frente y nos convoquen a luchar organizadamente por ella.

Pero ese grito desesperado  tiene que ser oído con sensatez. La falta de liderazgo no se resuelve con 30 o 40 precandidatos y precandidatas a la alcaldía que lanzan su nombre como comprando una boleta. Señores, señoras, ¡seriedad! Necesitamos liderazgos conscientes de su trabajo, de sus posibilidades, de su capacidad de unir, de sumar, de sus propuestas, de su visión de sociedad, de su lectura de la realidad social, de su conocimiento.

No es fácil. Entiendo el afán de las carreras políticas y los cálculos de rebote: me lanzo y me bajo pero encabezando lista al concejo, pierdo en esta pero en la próxima gano, avanzo y luego negocio una secretaría. Estando en una crisis, esos análisis tienen que hacerse desde antes y entender que la única manera de ayudar a Medellín y de sumar en sus carreras políticas no es aspirando a la alcaldía.

A esta ciudad adolorida, desprestigiada, saqueada, incrédula, hiriente y desigual, no la salva un líder ungido por quién sabe quien. La ayuda lo que ya le ha funcionado antes: una unión pluralista, técnica, rigurosa, aterrizada y capaz. Y eso no se logra pensando únicamente en nombres y en votos, se logra leyendo la ciudad, entendiéndola, proponiendo soluciones urgentes y posibles a las cuestiones más indignantes, al sufrimiento más elemental y rutinario de las personas. Se logra además, con liderazgos enfocados en distintas tareas y no con decenas dándose codo innecesariamente a ver quién tiene las chances más remotas.

Yo, por ejemplo, no estoy tan seguro de que estemos claros en la lectura de lo qué pasa en Medellín. Por eso sugeriría empezar a conversar desde ese diagnóstico, desde los estudios, las encuestas (no electorales), desde las conversaciones y los encuentros. Ahí podremos empezar a hablar de visiones y de proyectos para finalmente hablar de nombres.

Hombres y mujeres de Medellín, es hora de la grandeza en la mente y en espíritu para sumar a un proyecto desde diferentes roles que van mucho más allá del candidato o candidata. Los pequeños de mente piensan en cómo pescar en rio revuelto, yo espero mucho más de los líderes y lideresas del sigo XXI.

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