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Los hombres en la trinchera

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Una de las variables comunes en el triunfo de la ultraderecha en Europa, Milei en Argentina, Bukele en El Salvador es el voto de hombres jóvenes. Muchachos que están convencidos de que ese es el lado correcto de la existencia. En Colombia, la tendencia es parecida y el gobierno de turno parece no comprenderlo: está desechando la posibilidad de que aquí las cosas sean distintas.

Los muchachos se notan descrestados por el uso de la fuerza y justifican la “mano dura” para lograr la seguridad de la propiedad privada. Creen en el individualismo y en el mérito: así, como que “el que es pobre es porque quiere”. Se apegan a la tradición y se espantan con los cambios, sobre todo si son impulsados por mujeres.

En clase, en una discusión al respecto, los chicos se notaban apasionados y enfáticos; y, al mismo tiempo, desconocedores de la historia y sin claridad en los conceptos; además de deslumbrados con los símbolos de riqueza y opulencia:

– Profe, es que yo soy de derecha

– ¿Y qué es de derecha, Alejo?

– Ah, que muy rico tener la “toyotica”, los caballos… pero a lo legal.

El otro, con voz fuerte, dijo que “los falsos positivos” eran mentira.

En una conversación por fuera del aula, uno mencionó que las mujeres se quejaban mucho y que deberían “volver a su lugar natural: la casa”.

Tengamos presentes algo fundamental para comprender el fenómeno: además de ser hombres jóvenes pertenecen a lo que (aún) denominamos clase media.  

Cuando se indaga sobre las razones del porqué los hombres jóvenes se están atrincherando a la derecha hay argumentos diversos que van desde que esto es reacción a movimientos como #Metoo hasta que así es la naturaleza del hombre: guerreros, individualistas. No creo ni en lo uno ni en lo otro como razón única o verdadera. Creo que el fenómeno es más complejo de lo que estamos atisbando y que sus raíces están más lejos.

Tampoco voy a caer en la falacia de la generalización: no son todos los hombres jóvenes. Y aquí insisto: nos falta indagar en las condiciones de clase. El análisis no es solo desde la mira de perspectiva de género. Porque, así como nos preguntamos qué es ser mujer en estas épocas, también debemos preguntarnos qué es ser hombre y cuáles condiciones de contexto determinan la respuesta.

Mi invitación hoy es a abrir el debate, por lo pronto, con los columnistas de No Apto. Yo sí quiero entender las razones por las cuales algunos chicos jóvenes se ubican en espacios tan conservadores para mirar el mundo. Sobre todo, porque los asuntos de ideología no son cosas que se queden en el mundo de las ideas. Así es como nos comportamos en la vida diaria; así amamos, así morimos (o así nos matan).

Otros escritos de esta autora:
https://noapto.co/maria-antonia-rincon/

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