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La olla podrida

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Hace unas semanas estalló el peor escándalo del gobierno Petro hasta ahora. Más grave que los líos de Nicolás Petro, los audios de Benedetti y Sarabia, los fondos de campaña sin reportar…mejor dicho; llevarse el título del peor escándalo en un gobierno en el que son semanales es mucho decir.

Lo que empezó como el presunto soborno descarado a los presidentes de la Cámara y el Senado, con $1,000 y $3,000 mil millones respectivos para el goce y disfrute de cada uno a través de nuestros impuestos, ya va en que Olmedo López, ex director de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo (UNGRD) cantó como un pajarito que lo que al parecer se robaron en todo su entramado de corrupción fueron más de $360,000 millones de pesos.

Resulta bastante preocupante que las reformas que están siendo discutidas, muchas tan polémicas y faltas de rigor técnico para su implementación, sean objeto de aprobación por un sistema de partidos en el que priman los partidos de cartel. El hecho de que un partido como el Conservador le vote SÍ a las reformas del gobierno Petro no deja ver cosa distinta a que su motivación es el clientelismo y la repartición burocrática, más que el servicio público o las soluciones programáticas para construir un mejor país. Y ni qué decir del Liberal y el Verde, con presidentes de las cámaras del Congreso recibiendo maletines de billetes. Bueno, presuntamente.

Si esto le ocurriera a un gobierno de derecha, las bases petristas acérrimas probablemente ya habrían ocupado plazas y vías públicas, y estarían exigiendo la renuncia del presidente, o al menos de todos los responsables. Pero claro, como es su héroe el que está en el poder, ahí sí se quedan callados; o peor, dicen que él es una víctima de todo el sistema, cual pobre viejecita. Y ojo, no quiere decir que los escándalos de gobiernos anteriores no fueran objeto de protesta. Lo que resulta curioso es la ceguera de tantos que, por proteger a Petro, creen no sólo que él no se equivoca, sino que el sistema político está diseñado para que su gobierno fracase. Lo cierto es que el mayor artífice de su fracaso no es nadie más que él mismo.

Dicen por ahí que como se llega al poder, se gobierna. Pues Petro subió al bus a todos los clanes políticos más cuestionables del país. Resulta curioso que, ante un candidato que se quedó quieto por veinte días, haya ganado por tan poco margen: y bastante cara que le salió esa victoria, porque quedó hipotecado con todos los corruptos. Tanto, que en vez de sacarlos, como a Benedetti, los manda a embajadas o hasta les crea unas nuevas. Tienen tanta información de la podredumbre que rodea al gobierno, que el Presidente no tiene cómo sacarlos. Porque si se hunden ellos, lo hunden a él también. Para un tipo inteligente como Petro, es imposible que no supiera lo que implicaba contar con estos personajes para su victoria: si se comprueba todo, él no es víctima. Es cómplice.

$40,800 millones en tarrotanques, de los que $4,000 millones salieron para el aparente soborno de los “honorables congresistas”. Más de $20,000 millones desviados desde las ollas comunitarias de La Guajira, departamento por el que tanto se rasga el Presidente las vestiduras en sus discursos de opresores y oprimidos. $360,000 millones que, según Olmedo López, ahora posando de arrepentido, se mecatearon en medio de tanta olla podrida. Y para cerrar con la cereza del pastel, el apellido Quintero no rimará con corrupción, pero se escuchan tanto las palabras juntas que parece comenzar a hacerlo. De ahí a que, en una entidad que está en la inmunda, como la UNGRD, no es extraño ver a algunos de los alfiles del exalcalde de Medellín, como Juan Pablo Ramírez, ocupando puestos, y a más de otro amigo cercano sonando en medio del escándalo.

Mientras todo este hedor se cocinaba, Olmedo López decía que los sobornos para pasar las reformas eran “política de Estado”, según Sneyder Pinilla, exsubdirector de la UNGRD que también está cantándolas todas. Diría un petrista ciego que su administración del cambio por lo menos no se robó $70,000 millones. Parece macondiano que el gobierno que al parecer se robó la Gestión de Desastres nos siga causando desastres casi todos los días. Y aún faltan dos años…

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mejia/

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