Transición energética, desabastecimiento y democratización de la energía -combinación que en mi opinión se usa de manera populista y con poco fondo -, entre otras expresiones alrededor de este tema, son cada vez más comunes en los discursos y conversaciones en el país. Sin embargo, creo que se usan indiscriminadamente y antes de hacerlo es relevante conocer algunos puntos básicos del mercado energético y sus actores.
Dicho esto, quisiera hablar de algunas generalidades del mercado energético colombiano, iniciando por el hecho que nuestro país tiene dos zonas plenamente identificables, la primera hace parte del Sistema Interconectado Nacional (SIN) y cubre el 34% del área del país, y más del 95% de la población; y la segunda, conocida como Zona No Interconectada, que obedece al resto del territorio nacional, donde muchas veces la energía brilla por su ausencia durante largos periodos.
Otra característica importante es que nuestra energía es relativamente “limpia” al ser generada en su gran mayoría (más del 70%) por fuentes consideradas renovables como lo son el agua, el sol y el viento, y, por último, la tarifa de energía es la suma de varios factores y actores que intervienen en esta cadena productiva de manera directa y que pueden variar mes a mes y región a región en el país.
Con lo anterior claro y hablando del mercado energético en el SIN, desde la posición más natural para nosotros, la de Consumidor y por ende quien demanda lo que el sistema genera. Es que quién no ha recibido una factura de energía y escuchado o dicho que es sólo algo que se puede pagar, sin si siquiera preguntar qué es lo que viene en ese documento, pues resulta y pasa que en ella es posible identificar algunos de los actores relevantes en esta obra de teatro llamada Mercado Energético.
El primero de ellos son los generadores (G), los cuales son las empresas encargadas de generar y despachar la energía eléctrica a todos los usuarios, usando principalmente agua, más del 60%, y grandes centrales hidroeléctricas para su transformación, haciendo de nosotros un país con una generación centralizada. Es por ello, que nuestro precio de energía es tan sensible a las ratas de lluvia y nivel de los embalses.
El segundo de los componentes es la Transmisión (T) que no es otra cosa que el “peaje” por usar las redes principales que transportan la energía generada hasta los grandes centros de consumo como ciudades, zonas industriales, y donde el principal actor es ISA, siendo el propietario de más del 40% de la red de transmisión nacional.
El tercero es la Distribución (D) que es el costo de transportar energía entre las zonas donde llegan las redes de transmisión y los consumidores finales, a través de una maraña de cables que vemos en las calles.
El cuarto es conocido como Pérdidas, técnicas y no técnicas. Las primeras obedecen a la energía perdida en el proceso de transmisión y distribución, y las segundas, entre otros factores, a conexiones fraudulentas, es decir, todos terminamos pagando por cada una de ellas.
El último de los componentes se conoce como Restricciones, el cual es regulado por la CREG (Comisión de Regulación de Energía y Gas), y responde a las condiciones operativas reales del mercado y es responsabilidad de esta entidad, de la mano del Ministerio de Energía, buscar herramientas y alternativas que disminuyan la variabilidad del mismo.
Y está el Comercializador, quien se encarga de gestionar las transacciones entre los usuarios finales y los responsables de cada uno de los componentes ya expuestos, a través del recaudo. Además de negociar procesos de compra de energía a los generadores a través de mecanismos como contratos bilaterales o negociación en la bolsa diaria de energía. Hoy por hoy están registrados más de 140 comercializadores de energía en el país.
Ya para finalizar esta “cátedra” me resta incluir otros rubros como son la contribución; impuesto pagado por algunos sectores y que subsidia los estratos1,2 y 3, alumbrado público y otros impuestos que van y vienen dependiendo de las decisiones locales o nacionales, porque lastimosamente la factura de energía se convirtió en una herramienta efectiva de recaudo de recursos económicos.
Entonces bien, cuando se habla de transición energética, se debe hablar de algo más que páneles solares y generadores eólicos, no porque no aporten a ella, sino porque las soluciones y estrategias deben ser más profundas, con mayor capacidad técnica y acordes a las diferentes realidades del país.
Además, es necesario el desarrollo de planes que impacten de manera positiva cada uno de los actores de la cadena, puesto que en cada uno de ellos hay grandes retos y oportunidades, sin dejar de lado a los consumidores puesto que cada kilovatio que se deje de consumir es uno que se deja de transmitir, distribuir y comercializar.