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La 13 más allá del «milagro»

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Fue Francis Fukuyama quien en 2011 en su artículo en la revista Foreign Affairs describió a Medellín como un “medio milagro”.  El punto central del académico y analista estadounidense era que la sorprendente transformación físico-espacial y social de la ciudad coexistía con el entramado criminal y su gran poder.  Fukuyama, mucho más aterrizado y consciente que cuando declaró “El fin de la historia” en 1992, entendió que el proceso político y administrativo de Medellín ofrecía, a realidades como la mexicana, pistas y lecciones interesantes y valiosas, pero que en la lucha contra el crimen organizado y sus tentáculos no había ni fórmula única ni avances asegurados. 

Según la Alcaldía de Medellín, la Comuna 13 recibió el año pasado cerca de dos millones de visitantes. A mí, que por razones académicas y laborales he dedicado estos últimos años a estudiar este complejo y emocionante territorio, todavía me impactan estas cifras.  Cuando Fukuyama escribió su artículo, para no irnos hasta la Operación Orión o al siglo pasado, San Javier era la Comuna con más asesinatos de la ciudad (y de lejos la de más homicidios de jóvenes). Hasta hace muy poco (2018) era también la de más enfrentamientos entre grupos armados ilegales. 

Esta llegada masiva de turistas genera muchos retos y amenazas, pero estoy convencido de que en lo público, cuando se enfrentan territorios, actores y situaciones cambiantes y complejas, lo que suele suceder es que los problemas cambian, no se eliminan.  No hay “milagros” completos y, ante el dolor y los costos de la violencia homicida desbordada y de los enfrentamientos entre grupos al margen de la ley, es preferible invertir tiempo, inteligencia y esfuerzo a fenómenos conectados con el turismo y con la persistencia de la presencia criminal en otros frentes. Ya habrá otra columna para desarrollar el tema.

Ni esos dos millones de visitantes ni sus guías en las escaleras eléctricas (muchos de los cuales se inventan episodios cinematográficos para emocionar a sus incautos clientes) ni la mayoría de los medellinenses saben que la transformación de la Comuna 13, y en concreto de los barrios Las Independencias I, II y III, El Salado y Nuevos Conquistadores (donde hoy están las escaleras eléctricas, los viaductos etc), empezó hace cerca de 30 años. 

Fue precisamente en la gran crisis humanitaria, social e institucional de principios de los 90 cuando varias iniciativas desde la cooperación internacional y el sector social aterrizaron en las laderas de San Javier. Uno de estos procesos fue liderado por la Fundación Social y se llamó el Plan Pa´lante.  Hoy en día poco se habla de este proceso, pero es imposible entender la transformación física y cultural de la nueva gran zona turística de Medellín y de Colombia sin referirse al Plan Pa´lante, su visión, su legitimidad y su impacto posterior. 

El proceso del Plan Pa´lante se desarrolló bajo la metodología DIL (Desarrollo Integral Local) en 5 barrios que habían sido ocupados informalmente en medio de varias oleadas de desplazamientos regionales e intraurbanos. Al ser una iniciativa de la sociedad civil sin presencia del Estado, los organizadores y participantes lograron blindar el proceso de los diferentes actores armados de la zona evitando su influencia y la consecuente desfiguración y deslegitimación de la iniciativa. 

Durante cerca de 4 años hombres y mujeres de todas las edades y ocupaciones trabajaron conjuntamente y con profesionales de diferentes organizaciones de capacitación, formación, planeación y comunicación para conocer mejor la historia, los actores, los procesos, los logros, las capacidades y los problemas y retos de sus territorios. El plan no se limitó a analizar cifras e indicadores, sino que se centró en entender y valorar todo lo que acompañó la fundación y construcción de los barrios desde el discurso y las diferentes expresiones culturales. Apropiación y pertenencia como punto de partida para planear.

Pa´Lante fue uno de los primeros planes de desarrollo local de Medellín. En él se definieron estrategias y objetivos para intervenir y transformar los 5 barrios en múltiples frentes. Entre los proyectos que se contemplaron desde 1996 (¡!) para la ladera sur de la Comuna 13 están: construcción de senderos y viaductos, construcción de alternativas de transporte, ciudadela educativa, centro de servicios comunitarios en tratamiento de servicios de conflicto, conciliación en equidad y asesorías jurídicas y obras complementarias a las placas polideportivas. Todo esto existe hoy en la zona. 

La comunidad de estos barrios no solo imaginó las infraestructuras necesarias para mejorar sus condiciones de vida, también preservó sin construcciones el único terreno plano de la zona apto para las mismas. Sin policías, sin cercas, solo con acuerdos colectivos, confianza y con la esperanza de que algún gobierno los escucharía y acometería la construcción de las obras planeadas. 

Ese gobierno llegó en 2004 y lo que siguió a continuación fue la puesta en marcha del proceso de planeación local con recursos públicos (Proyecto Urbano Integral y Planeación Local y Presupuesto Participativo) y con el acompañamiento de muchos de los sectores que años antes se habían reunido en torno al Plan Pa´Lante. No alcanza a clasificar como un milagro y a los millones turistas poco les interesará, pero en el ejemplo de la planeación local de la ladera sur de la Comuna 13 con la posterior intervención estatal hay un circuito virtuoso del que poco se habla y del que salen lecciones y aprendizajes fundamentales para estos tiempos en los que estamos pensando el futuro de las ciudades y en el papel y alcance del Estado y de las comunidades en el mismo.

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