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Andrés Preciado

Gobernantes competentes

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Es importante tener gobernantes a la altura de sus cargos. Lo simple de la frase anterior, su estupidez si se quiere, es solo un síntoma de lo lejos que está la aspiración de la realidad, en Colombia pasa con bastante frecuencia que decidimos tener gobernantes que no son competentes para sus cargos.

Pasa en todos los niveles de gobierno, desde la presidencia hasta las gobernaciones y las alcaldías; en corporaciones como los concejos, las asambleas y el congreso nos pasa igual, decidimos mediante complementos ideológicos y sensaciones sobre los candidatos y poco pasamos esa decisión por el rasero de su idoneidad para el cargo. No siempre el candidato que nos cae bien coincide con ser el más apto para el puesto o siquiera tener las competencias mínimas para ejercerlo.

Tener esto en cuenta nos ayudaría a tomar decisiones mejor informadas, al menos plantearnos la pregunta como ejercicio antes de emitir cualquier tipo de voto y reflexionar sobre el efecto que han tenido nuestros votos anteriores. Sería interesante que personalmente podamos evaluar el desempeño de los cargos que han tenido aquellos por los que votamos y ganaron, a mí me gustaría saber que piensa una persona que votó por Duque de su presidencia y si hace el mea culpa de haber confiado, tal vez con ingenuidad, que era la persona correcta, en caso de que crea que su presidencia no es tan buena.

Si un votante considera que Daniel Quintero es un mal alcalde y votó por él ¿será capaz de analizar su próximo voto con la conciencia de elegir alguien competente y no solo alguien afín ideológicamente? ¿Será que los votantes que escogieron a Claudia López como alcaldesa esperaban un gobierno como el que ha tenido? ¿Se sienten a gusto con ese gobierno y como representa su voto? No es sencillo plantear la decisión electoral en un marco en donde puedan complementarse la capacidad de ejercicio eventual del cargo con la afinidad con el candidato, en particular porque los mismos candidatos pueden ser equívocos y cambiar de posturas y formas entre la campaña y el gobierno, cuando no estamos ante el claro ejemplo del buen político en campaña que es malo desempeñando el gobierno, entendiendo que son procesos y momentos distintos.

Pese a lo anterior, no es descabellado que imaginemos el desempeño y efecto que tendrán nuestros votos, que busquemos conectarlos con las consecuencias que tendrán para nuestras vidas y las de los cercanos, solo así podremos realmente votar mejor y estar tranquilos con nuestros votos, cuando entendamos que no votamos por una cara simplemente, que la empatía o la simpatía no es lo único que importa en la persona que elegimos, menos si escogemos el futuro presidente, la persona en el país que con una decisión afecta la vida de todos. Votamos para que alguien ejerza un puesto, un trabajo, y así como no decidimos contratar al panadero para arreglar el carro, no deberíamos poner a cualquiera a que fuera el presidente.

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