Gas sí hay, pero se nos demora

Al hablar de energía en Colombia es común que lo primero que se nos venga a la cabeza es la energía eléctrica. Sin embargo, hay otra fuente energética bastante común en el día a día de muchos de nosotros, el gas, y es una realidad que estamos en una época en la que perdimos la autosuficiencia de este recurso y en la que podríamos tener desabastecimiento en el corto plazo.

La demanda energética del planeta sigue creciendo. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA), en el año 2024 el consumo de energía eléctrica se incrementó en un 2,2% respecto al 2023, considerablemente más rápido que años anteriores, donde la tasa de crecimiento de la demanda era de 1,3% anual. Ente otros factores, este fenómeno se explica por el crecimiento en los centros de datos, procesos de digitalización y uso de herramientas de inteligencia artificial; sí, el cuentico de los altos consumos energéticos con aquella tendencia de convertir fotografías en dibujos al estilo Ghibli fue muy cierto; además de fenómenos climáticos y la creciente electrificación de la movilidad alrededor del mundo.

Y aunque para suplir esta necesidad creciente de energía, se viene haciendo uso en mayor medida de fuentes renovables, como energía solar, eólica, entre otras, no se ha dejado de lado el uso de tecnologías más “tradicionales”, como el gas natural o el carbón, porque se requiere de cambios estructurados y sostenibles para alcanzar una matriz energética cada vez más limpia, eficiente y menos contaminante.

Ahora bien, en el caso de Colombia y su relación con el gas, ya sea el gas natural, el que llega por una red a algunos de los centros urbanos e industrias, así como el GLP (Gas Licuado de Petróleo) o gas propano, empacado y distribuido en cilindros -mejor conocidos como pipetas- ha sido una relación que se empezó a construir en los años 70, y a consolidarse desde la década de los 90s, convirtiéndose en una opción segura, económica y masificada. Sólo en el año 2024 se conectaron 413.000 nuevos usuarios al servicio de gas por red y ni hablar del GLP que lo usan más de 12 millones de personas en el país (23% de la población) en más del 90% de los municipios.

Sin embargo, el gas natural no sólo es usado en nuestro país a nivel residencial, sino que ha sido el energético de respaldo para las épocas de sequía; es decir, cuando los niveles de los embalses están bajos por fenómenos climáticos como el niño, es el gas natural el que sostiene energéticamente el país, pudiendo generar más del 30% de la demanda energética. Sin olvidar el hecho que es usado extensivamente en la industria siderúrgica, plástica, farmacéutica y para la producción de fertilizantes y amoniaco, muy usados como abono en procesos agrícolas.

¿Es entonces el gas un tema relevante para Colombia? La respuesta es: sí, y la realidad es que se nos están acabando las reservas para los años más próximos. Desde el año 2023 la importación y regasificación de gas ha venido en aumento, debido principalmente a la falta de oferta interna, incrementos en la demanda y falta de inversiones en la infraestructura. Me parece importante aclarar que lo que pasa hoy por hoy con el gas natural no es consecuencia únicamente de decisiones de este gobierno, pues la falta de decisiones conscientes y planificadas viene desde otras administraciones. Ninguna decisión sostenible podría implementarse en menos de dos años desde que se tome la decisión, y eso que con una cuota enorme optimismo.

Todo esto y otros fenómenos, ajenos a nuestro territorio, han traído como consecuencia que los precios de este combustible hayan tenido incrementos de más del 70% en los últimos cinco años y con tendencia a seguir subiendo, pues no hay medidas claras en el corto plazo que puedan mejorar el panorama.

Es cierto que hay proyectos en desarrollo, como la ampliación de la planta de regasificación de Cartagena entre 2025 y 2026, o la entrada en operación de la nueva que se construye en el pacífico y que se proyecta para que quede lista a finales de 2026 o la “joya de la corona” que es Sirius; la principal apuesta de Ecopetrol y que debería entrar a operar por allá en el 2031. Se hace entonces relevante el refuerzo de políticas y decisiones serias que garanticen que estos proyectos entren en el menor tiempo y no dejar de lado el desarrollo de más proyectos e iniciativas con más técnica y menos discurso, con más datos que teorías, porque literalmente esta es una realidad que, aunque no lo crea, se nos metió a la cocina. Y mientras tanto, para usted que lee esto lo invito a que explore alternativas para disminuir el uso de gas, porque gas si hay, pero se nos demora.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/julio-betancur/

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