Leo una columna del politólogo Francisco Gutiérrez Sanín. La tituló Problemas de precampaña: una conversación de café. El final del texto se refiere a las posibilidades de la izquierda de cara a las elecciones presidenciales de 2026.
La izquierda, dice Gutiérrez Sanín, enfrenta dos asuntos complejos: que arrastra el peso muerto de un gobierno desgastado —y francamente decepcionante, agrego yo— y que no tiene un candidato claro como sí lo era Gustavo Petro en 2022.
Agrega el profesor que, con el 30 por ciento de aprobación que sostiene Petro, es posible que logre llegar a segunda vuelta, pero sí y solo si llega unida alrededor, claro, de una buena figura para tacharla en el tarjetón.
Yo no opino igual —pero bueno, de eso se trata esto, un poco de especulación y adivinación política—. Dudo que ese 30 por ciento sea endosable a otro personaje y dudo que la izquierda tenga algún chance de continuar en el poder.
Para lograrlo, especulo yo, necesitaba una de dos cosas: haber sido un gobierno exitosamente reformador que permitiera que los beneficios para las mayorías fueran notables y obvios; o haber sido un gobierno inane, intrascendente, que no molestara el status quo para que fuera bien visto y aprobado por el establecimiento, venciendo por inactividad el temor atávico que se le ha tenido en este país a la izquierda.
Este gobierno no fue ninguna de las dos cosas. Intentó —con más desorden que acierto— lo primero. Sus buenas intenciones se quedaron a medio camino entre la improvisación, la desinformación, la animadversión y el bloqueo irracional de algunas de sus propuestas.
También es cierto que los discursos del presidente Petro y su retórica, que él cree poética, nunca han brindado una hoja de ruta clara para el cambio de rumbo que se esperaba de su gobierno.
Así que la posibilidad de que siga en el poder alguien de ese espectro ideológico que podemos llamar izquierda está, por decir lo menos, cerrada. Sin embargo, habrá un competidor para las elecciones a la presidencia, claro que sí. Debe de haberlo. Pasemos, pues, a ese lío del candidato.
También dos cosas señala el profesor Gutiérrez Sanín que son ciertas: la izquierda debe llegar unida y no como un reguero de colectividades (algo de eso hay en el empeño de crear un solo partido que reúna al Polo Democrático, la Colombia Humana, la Unión Patriótica y el Partido Comunista), y dos: «necesita un candidato que logre una apelación amplia». ¿Quién?
Y aquí se me sale el agorero, el portador de la mala suerte, el que apuesta que va a perder y, en efecto, acierta. Me parece, digo, que hay uno que está haciendo carrera y lleva la delantera para recibir el guiño de presidente Petro y ese es el oscuro exalcalde de Medellín: Daniel Quintero.
Quintero no es un tipo de izquierdas, el progresismo lo trae sin cuidado, en su gobierno no hizo nada que pudiera demostrar siquiera que le interesa los que pudieran llamarse ideales de la izquierda. No. Quintero ha demostrado ser un hombre con ansia de poder, que sabe cómo alcanzarlo, que tiene maña para encontrar las grietas que le permitan hacerse con él para, finalmente, beneficiarse junto con unos cuantos de los suyos.
Mal haría el progresismo y la izquierda en Colombia si dejan que eso ocurra, si permiten que Quintero enarbole unas banderas que no representa, ni entiende ni le interesan.
Hay quienes temen que Daniel Quintero sea presidente. Yo no. No porque crea que es bueno (espero que eso quede claro), sino porque eso no ocurrirá. Insisto en esto: quien más chance tiene de ganar en 2026 es el candidato que se imponga en la derecha, la tiene fácil. Espero que eso que llaman el centro juegue mejor sus cartas que la última vez, porque quizá lo mejor sea tener esa tibieza que coquetea con la derecha que ser gobernados por la estulticia que acompaña a los candidatos de la derecha en general, de Vicky Dávila a María Fernanda Cabal, de paso por personajes tan insospechados y problemáticos como ese tal Santiago Botero o ese otro que sale disfrazado de Batman. Así que no, mi temor no es que Quintero llegue a ser presidente, sino que la decisión de ungirlo como el candidato de la izquierda hale hacia el fondo las ideas de justicia social y lucha contra la inequidad que tanto necesita Colombia.
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